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Pausas en el verso (incluido en Grupo Fundacional de Verso )

Hablemos de las pausas en el verso; aunque lo que digamos podrá ser extrapolado a la prosa de manera inmediata. Pero still. Consideremos once tipos, correspondientes a diferentes dominios o funciones en el verso, el habla y el teatro: métricas, sintácticas, expresivas, activas, interlocutivas, comunicativas, fisiológicas, privilegiadoras, naturales, intraversales y sonoras. Varias de estas categorías pueden coincidir, no son excluyentes.

El primer tipo tiene su lugar en la métrica: sea pues la pausa métrica, o mejor las pausas métricas, ya que hay varias, de diferente situación, importancia y duración . El segundo tipo pertenece a la sintaxis: aunque en este dominio la pausa no es indispensable, ya que la entonación se basta y sobra para realizar todos los matices de la ordenación sintáctica, es cierto que las pausas pueden ayudar, cooperar concomitantemente con ella.. La llamaremos pausa sintáctica, (la lógica de Stanislavsky). El tercer tipo pertenece al dominio de la expresividad e impresividad: el de la pragmática. La llamaremos pausa expresiva ( o psicológica). Importantes y largas son a veces la pausas activas, o pausas debidas a la acción: salir o entra en escena, dudar, pensar, escanciar, beber, encender un cigarrillo, son acciones que precisan tiempo y el habla debe esperar.

Veamos la primera o primeras, las métricas: se trata de las pausas que impone la artificial ordenación del verso (la considerada como métrica externa: la más importante el la que debe realizarse al final de la línea versal, para marcar precisamente ese final, que viene marcada además por la rima en la versificación tradicional, pero que no es ni mucho menos esencial; el ritmo basta, ya que la pausa versal diferencia esa sílaba final de las demás haciéndola más larga en su percepción. En otras partes se han visto estas ordenaciones del metro en un compás musical: el endecasílabo se inserta en en compás de 12 por 8 o de 3 por 4, once sílabas de valor '1' y una, la final de valor '2'. Esta pausa versal puede durar de uno a dos tiempos de sílaba, y permite absorber las diferentes longitudes silábicos en cada verso –agudos, llanos, esdrújulos– , igualándolos en el compás. 

Una pausa métrica es también la que se produce entre estrofas, cuando las hay, la pausa estrófica. Debe ser mayor que la versal, para diferenciarlas entre sí. Podemos considerar apropiada una duración de una sílaba, o un pie, unas dos o tres sílabas. Sucesivas pausas cada vez mayores pueden realizarse a medida que nos elevamos en el árbol métrico: poema, colección de poemas, etc. Un caso complejo es el frecuente soneto, que precisa pausas versales, tres estróficas entre los dos cuartetos y los dos tercetos, y una pausa para todo el poema.

Otras pausas métricas pertenecen propiamente a la métrica cuantitativa, que usa patrones de sílabas largas y breves, es decir, pies, como la griega, latina, árabe y persa clásicas. En las primeras se habla de diéresis y cesuras, que coinciden con particiones sintácticas.. En las segundas, con frecuencia en ellas un par de metros, llamados hemistiquios, se agrupan en una unidad superior, el dístico o bayt. Entre ambos debe realizarse una pausa, que suponemos inferior a la versal –cuando ésta es superior a una tiempo de sílaba– y que llamaremos pausa medial. Esta pausa medial es necesaria también en los metros de nuestro entorno que se organizan de manera similar: nos referimos al importante, especialmente el francés, alejandrino.

La pausa sintáctica es, como decíamos, opcional, y marca las divisiones de los sintagmas (unidades sintácticas inferiores, dentro de la frase) para poner de manifiesto, aún más, sus límites. la construcción queda así más clara para el oyente y el hablante. Mejora la transmisión por tanto de esa construcción y del significado (semántica) encapsulado en ella.

Entre las pausas sintácticas, opcionales (porque la sintaxis se hace -sonoramente- mediante la entonación) están las que sugiere el diálogo: el interlocutor necesita un momento, aunque sea pequeño, para absorber lo que oye, y reaccionar ante ello. No habría tal pausa cuando 1) ya se sabe lo que va a decir, 2) cuando no se escucha y se sigue con la idea anterior que no tienen en cuenta la intervención del otro. Las llamaremos pausas interlocutivas. Tienen también que ver con la acción. Pueden ser largas, cortas o inexistentes, según la índole del conocimiento que el oyente tiene de lo que oye al otro: se sorprende, responde tras comprender, o atropella. Quizá el verso compartido, y especialmente la sinalefa partida, sea una manera eficacísimamente retórica de mostrar ese atropellamiento en la forma versal.

Podemos considerar expresivas las pausas que hacemos en el habla natural entre palabras, incluso en lugares no sintácticamente relevantes: aparecen en nuestro discurso con mucha frecuencia, fruto de un buscar la palabra adecuada, precisa, que encaje ne le pensamiento unificado que es la frase. Esta pausa agudiza el interés de lo que viene, provoca la expectación del oyente, que desea la resolución del sentido interrumpido. Estas pausas pueden sobrevenir en lugares importantes dentro de la sintaxis, como las citadas antes, pero también en lugares inesperados, entre palabras pertenecientes al mismo sintagma de bajo nivel (como "la perversidad | de tu padre"). Incluso, aunque entrando ya en la exageración, entre morfemas ("perfecta | mente") o sílabas ("tu ma | dre").

La pausa en además útil en la comunicación del texto y su pensamiento subyacente al espectador-oyente. La llamaremos pausa comunicativa, porque se hace teniendo en cuenta la comunicación del texto, tanto semánticamente, pausa que marca la palabra anterior y permite hacer un suma y sigue de los dicho hasta ahora, sin aporte simultáneo de nuevo texto, como acústicamente, puesto que la separación entre palabras las destaca entre sí incluso en condiciones de baja inteligibilidad, como salas con eco (especialmente una iglesia), oyente al final de la sala, hablar de espaldas a la audiencia, voz baja o ronca, etc, En tales condiciones, incluso las sílabas deben marcarse, enfatizando las consonantes y prolongando las vocales, o sea, hablando más despacio. Por cierto, hay que recordar que la interrupción de la cadena sonora por la pausa convierte en iniciales las consonantes tras ella, lo que causa en ocasiones un cambio fonético: en particular los fonemas /b,d,g/ toman valores (alófonos) oclusivos, en lugar de los africados habituales.

asimismo podemos considerar comunicativa la pausa que se intercala para aclarar un texto ambiguo: por ejemplo, puede ser útil las pausas ( | )  en las frases siguientes: ".../ y apenas llega cuando llega a | penas/..." y ".../ el jadín puebla | el triunfo de los pavos reales/...". La primera para distinguir ambos 'apenas', idéntico fonéticamente; el segundo para marcar que el sujeto de la oración es el 'triunfo' y el complemento, interior al sintagma predicado), el 'jardín', lo que el hipérbaton enmascara. Gramaticalmente, la primera es una pausa léxica, inhabitual en el habla, y la segunda sintáctica; pero su función aquí es la citada.

Por último (por ahora) tenemos la pausa activa, en el sentido de la acción del actor, las derivadas de la puesta en escena, ,la pausa derivada de los hechos representados: caminar hasta la puerta y allí decir algo ('adiós'), meditar y comentar después, etc. Pueden ser consideradas activas las que se hacen en escenificaciones de la escritura de una carta, del conteo de objetos o personas que pasan, de un discurso político, una subasta y cosas así. asimismo son pausas activas las que simulan la respuesta de un interlocutor, presente o por teléfono, la espera de un acontecimiento, la simulación del paso del tiempo de manera comprimida.... Son infinitas.

En realidad todas las pausas son activas, pues deben justificarse con la acción. Pero reservamos este nombre a las que no se derivan de la palabra misma.

Las pausas son pues indispensables desde todos los puntos de vista, incluido en la simulación de una situación real y verosímil. Deben estar pues presentes, con moderación, como todo, pero compatibles siempre con la métrica versal, atentando algo contra ella, pero sin vencerla ni destruirla. Equilibrio dinámico y difícil.

Y, muy muy finalmente, la pausa fisiológica, derivada de la respiración, que puede o no coincidir con una de las anteriores. Pero, naturalmente, se elije una pausa lógica-sintáctica para que la pequeña interrupción de la pequeña inhalación separe ideas diferentes. Incluso en música se habla de respiración en instrumentos que no son de viento, significando, entonces, una interrupción sonora realizada mediante el levantamiento de las manos de un teclado o deteniendo el movimiento del arco. Se puede además simular lo anterior acortando ligeramente la última nota de la frase, variando ligeramente el tempo o mejor, haciendo una pequeña pausa y acentuando la nota siguiente, cabeza de la frase siguiente. Hay pausas de este tipo que son accidentes, como quedarse sin respiración, fatigarse en extremo, ser interrumpido por un golpe, ruido o explosión.

Enlazamos aquí con las pausa expresiva, mediante el privilegiado teatral, mediante  la variación de los parámetros pitch (tono), pause (pausa), power (intensidad), etc. Podemos llamar a esta, la pausa privilegiadora, una micropausa casi imperceptible.

Pero hay una pausa más, una pausa que llamaremos pausa natural (a sabiendas de su carácter consciente y por tanto no natural). Es una pausa del tipo de las que el hablante coloca con frecuencia en su discurso cuando busca una palabra que exprese con precisión el sentido de la frase que bulle en su mente, cuando pierde el hilo, cuando su sentimiento le hace pararse, cuando no está seguro de lo que va diciendo. Aunque roza el carácter de pausa expresiva, pertenece en realidad al habla, a su devenir en la naturaleza y por eso la tratamos independientemente. estas pausas, debido quizás a su carácter arbitrario e inesperado, dotan de verosimilitud al discurso. Naturalmente su uso debe ser medido, es decir, no caer en el exceso.

Todas las pausas citadas que no eran métricas pueden hacerse coincidir con las métricas o introducirse incluso en medio del verso. Serían las que hemos llamado Pausas intraversales. Pero, claro, respetando el ritmo y la medida de versos y estrofas.

Los políticos usan y abusan de estas pausas: sean retóricas o cautelosas, se trata de un discurso continuamente interrumpido, casi palabra a palabra, aunque es perfectamente comprensible ‒no solo por su banalidad‒ ya que la entonación conserva las frases y la sintaxis en general. Oiga dos ministras con dos frecuencias de pausa distintas: pausas-ministras.

Si bien se ha dado nombre a muchos tipos, en realidad casi todas estas pausas son una mezcla de varias: muchas versales son también sintácticas, las cuales son a su vez usadas también en la interlocución y en la comunicación del texto.

Hasta aquí las pausas que hemos encontrado hasta ahora. Mis imaginativos alumnos (sobre todo ellas) del curso de Teatro Clásico en la RESAD, me sugieren muchas más en broma, pero algo hay de verdad; las recojo: pausas del actor: olvido del texto, enfermedad o muerte, se va la luz, ocurre una catástrofe. Incluso surgió la menopausa, de contenido mas indefinido. De ahí se pasó a la pausa orgásmica, la cual, aunque poco frecuente en escena, me dio pie a comentar el grado de pausa total, de quiebra de la realidad y del yo, para quedar en un no-man's-land de autoconciencia. Un estado por cierto similar a los arrobos, éxtasís y nirvanas de los místicos (esos grandes amadores). Vendrán más cosas.

Por ejemplo me trae después Carmelo una pausa de Stanislavsky: la pausa de giro, o algo así, que viene a ser la que marca un cambio total de orientación, motivación, etc. Es obviamente una de las pausas activas, una quizá muy notoria.

Siga este interesante tema en Pausas versales. Realización.

 


Vuelta al Principio Última actualización:  viernes, 18 de septiembre de 2015 Visitantes: contador de visitas