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Pausas versales. Realización (incluido en Grupo Fundacional de Verso )

Continuamos el tema comenzado en Pausas en el verso, centrándonos aquí en cómo hacerlas.

Todas las pausas descritas son compatibles con el ritmo y la métrica, si se insertan cuidando la persistencia de aquellos. Toda variación ha de ser recuperada posteriormente, cuanto antes, porque se corre el riesgo de perder la referencia interior, la pulsación que mantiene ese sentimiento rítmico. Por ejemplo, en un caso extremo en que queramos una pausa expresiva a final de verso, tendremos que robar tiempo de ese verso o del siguiente, de modo que la repetitividad versal se recupere enseguida: algo así como:

           
           
           
           

Por otra parte, aun así, todas estas pausas atacan los citados ritmo y métrica; excepto, claro, las pausas métricas, que construyen a ambos. Por tanto hay que sopesar su pertinencia en cada caso, de modo que aquellos permanezcan en el fondo de todo lo que se dice, muy especialmente en el verso. Si el ritmo cae, el habla se hace desmayada, inconexa, errática, falla en suma. asimismo las pausas, al crear islas en el habla, quebrantan algo la unidad de frases y párrafos, aunque la entonación la sujeta y mantiene. Se paga un precio pues por estas pausas, como por todo.

Una importante cuestión la levanta ahora la otra parte, es decir, la expresividad y la acción: su naturalidad aparente necesita que las pausas descritas, especialmente ahora las métricas, están justificadas por el texto y su expresión sonora. Un pausa estrófica encabalgada se hace muy violenta si la expresión y la acción no la justifican no la ocasionan. Esto parece más necesario en el teatro que en la lírica, mucho menos interesada en fingir una realidad.

Además, una pausa, cualquiera de ellas, proporcionan la oportunidad de teñir de alta expresividad sus orillas, las palabras limítrofes. Una oportunidad, no una obligación, claro,

Cualquiera de esas pausas puede ser llenada de sonido, prolongando el último sobre la pausa, haciendo sonoro el silencio. Llamamos a esta pausas, pausa sonora, útil especialmente para llenar parcialmente la pausa versal en los encabalgamientos, lo que consigue una suavidad y fluidez extraordinarias.

Las sinalefas no permiten propiamente una pausa, ya que son sonido continuo. Pero incluso en ellas puede simularse una pausa, haciéndolas largas y como desmayadas en el medio, Se trata de una pausa sonora dentro de una sílaba, o así se siente.

Y también en relación a la pronunciación, hay que recordar que toda pausa hace la palabra que sigue una palabra inicial, lo que modifica las variedades alofónicas de los fonemas hacia la oclusividad, incluyendo aquí las vocales con su oclusión glotal.

Hay técnicas de respiración en los instrumentos de viento, que pudieran quizá emplearse en la declamación, como la respiración circular de los trompetistas y otros, en la que es posible inhalar mientras se sopla. asimismo en la palabra pueden hacerse las respiraciones muy cortas mediante el uso habilidoso de los músculos extensores de la caja torácica, especialmente los oblicuos

En música podemos encontrar pausas paralelas a las anteriores encontradas en el habla, al menos varias de ellas, como las sintácticas, métricas, expresivas y respiratorias. Y mucho más en la canción, que es también poesía.

El actor necesita buscar y escuchar deliberada y conscientemente todas estas pausas, para incorporarlas  a su paleta sonora . De otra manera no las percibirá, porque el aparato perceptor del habla filtra esos efectos para absorber la lengua contenida es aquella, al igual que ocurre con la entonación. Es notable la naturalidad aparente que se consigue con las pausas, arrancando el texto una fluidez que sólo nace de la lectura y llevándolo a realizarse momento a momento, como el habla natural.

Si la pausa es larga, rebasa el tamaño, la duración de un verso y ya no puede insertarse en él. pero siempre cabe mantenerse la referencia rítmica haciendo que estas pausas duren lo que dura uno o más versos de los operantes en ese momento. Se trata de contar internamente como hacen los músicos, que cuentan a veces muchos compases antes de entrar, sobre todo en la orquesta. Estas pausas largas adquieren una cualidad casi imperceptible al principio, pero bellas en el conjunto. Algo de esto recomendaba García Lorca cuando viajaba con el Carro por los pueblos, y cuenta su efectividad y belleza.

Como se ve se trata siempre de mantener y ser fiel a una rítmica constante que baña y defiende, por decirlo así, todo lo demás. En este sentido tiene gran influencia también el tempo elegido.

Las pausas largas activas, como todo, tienen su precio, o sus precios: uno de ellos es la ruptura de la continuidad, tanto del texto como del ritmo y la acción, si no se justifican mediante esta última. Si no se llena de contenido activo, de verosimilitud en el gesto, y la expresión, la acción cae, se rompe el embrujo. En cambio si se hace, si se hace bien, hay una continuidad y una unidad, se sostiene la escena como un todo, con palabras o, a veces, sin ellas. Pero todo va entonces bien y el embrujo ‒si la había‒ se mantiene. la pausas es útil. Acérquese a este concepto en Ritmo integrado de palabra y acción.

Para acabar:

Todas las pausas deben ser activas y ritmadas

o, en otras palabras

justificadas y medidas

Las pausas no son tiempos de espera, sino tiempos en que no hay palabras, pero sí acción.

 


 
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