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Ritmo integrado de acción y palabra (incluido en Grupo Fundacional de Verso
No podemos limitarnos a ritmar la palabra cuando se habla y dejar el resto a la creatividad, espontaneidad, o el capricho del actor.
El tiempo y el ritmo no son suyos. él los administra, como un bien precioso que es, para todos: él sí, pero también los demás actores que enhebran con él ‒o ella‒ sus filigranas vocales, y para el público, comunidad entregada y palpitante cuando el espectáculo lo suscita.
A ello llegamos el otro día en una conversación con Juanjo Granda, tras comentar esas largas pausas que se dan a veces entre los parlamentos, en las que el actor realiza no se sabe bien qué alquimias y búsquedas interiores, pero durante las que los espectadores sentimos caérsenos la escena y la obra como un gran muñecón que se desploma, enfermo o muerto.
Las pausas entre parlamentos, llenas de acción porque si no es así, ¿por qué se producen, qué las ocasiona?, tienen que formar parte integral del ritmo general, deben estar medidas como dicen que hacía Lorca, deben estar sometidas a norma rítmica, a la música del desarrollo dramático.
Por ejemplo, se da una circunstancia o impulso nuevo: gesto medido en cantidad y duración y ya, venga el texto que expresa lo que está ya ocurriendo, nada de complacerse con la situación y menos con la propia performance. Estamos de servicio como diría un guardia.
En cuando a cómo medir estas pausas lo más natural es tomar como unidad de medida las que toma la palabra: la sílaba, el pie, el verso.
Las pausas pasan a ser versos silenciosos.
Véase nuestro Modelo amplio de verso dramático. en el que las pausas forman parte integral del verso.
Pero además es que este ritmo integrado forma parte de uno aún más amplio: El ritmo global en la escena
Vuelta al Principio Última actualización: viernes, 18 de septiembre de 2015 Visitantes: