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Pausa estrófica (incluido en Grupo Fundacional de Verso )

El conocimiento de los tipos de estrofas y su composición no bastan para que suenen. La rima es un componente importante en la delimitación de las estrofas: pero es un elemento tímbrico, no rítmico. La única manera de hacerlas las estrofas rítmicamente evidentes, de hacerlas, es hacer una pausa entre ellas, una pausa adicional a las que ya se hacen tras cada verso. La llamamos pausa estrófica.

Su duración es cuestión no clara. Tras unas pruebas, creemos que un corto pie, del tipo que compone el metro silábico de la estrofa resulta satisfactorio, porque se integra en la índole métrica general por un lado, pero por el otro la rompe, al prolongar una pausa versal haciéndola estrófica.

Por ejemplo diciendo redondillas, queda bien esa pequeña pausa que las hace sonar, que hacen la estrofa. Oiga aquí un intento de mostrar esta pausa estrófica, de una cortísima duración, pero perceptible. Esa percepción destaca este texto como redondillas y lo separa rítmicamente de un romance (no en cuanto a rima, claro).

Antigiuamente, un modo de configurar estrofas era agrupar varios versos iguales haciendo él último más corto: el tiempo de la parte cortada servía naturalmente como pausa estrófica. Este acortamiento esra llamado catalexis.

Cuidado que hablamos exclusivamente de una pausa métrica. A esta pausa,, junto a l versal, puede y deben añadirse las pausas de acción, las expresivas, todas las pausas versales. Sólo hablamos aquí de rítmica, que siempre debe hacerse, halla cambios de sentido, de acción de frase, o no. Si no, tenemos encabalgamientos, ahora de estrofa.

Recordemos el encabalgamiento, ese juego voluntario que el poeta hace cruzando los límites de verso y de frase: si el fin de verso corta la frase tenemos el encabalgamiento. Si es el fin de frase el que corta el verso tenemos el rejet o corte. Ambos son juegos buscados que hacen más difícil ella recitación porque nos obliga a tener dos mecanismos simultáneos no coincidentes.

Encabalgamiento de estrofa. Suelen coincidir las estrofas con frases y párrafos. Pero a voces no, a veces encabalga, quedando la frase en suspenso (efecto buscado) hasta su conclusión en verso o versos posteriores.

Por ejemplo, en la misma obra, Lucinda hace coincidir en su parlamento  una pausa estrófica con el límite entre una frase coordinada con otra: se justifica sintáctica y teatralmente esta pausa porque separa dos momentos diferentes: "Haz esto ‒- o si no, yo esto esto otro". Óigala. Naturalmente, no hay que quitar esa pausa, está ahí por algo.

Es más, la alternancia de personajes aporta en el teatro una dimensión más. Cada uno de ellos habla con su acento, con su tesitura tonal, ligada al sexo, con su carácter. De modo que cada parlamento de un personaje intercalado entre otros representa una unidad, en este caso sintáctico-tímbrica; estas unidades o coinciden con las estrofas ‒situación natural o típica‒ o no, en cuyo caso tenemos un segundo encabalgamiento, cuando el límite de la unidad rítmica, ahora estrofa, corta la unidad de personaje. Y simétricamente el corte de personaje, cuando esta unidad de personaje corta la rítmica. Óiganse las dos, encabalgamiento y corte de estrofa-personaje en esta reconstrucción del ejemplo anterior.

Para acabar, reinserto nuestra convicción: las pausas estróficas hay que hacerlas siempre (como las versales) incluso cuando la sintaxis encabalgue fluidamente: porque hay otros cambios, otros sucesos en esos límites de estrofa. Búsquelos el actor y el director y recibirán riquezas adicionales de esa estructura versal.

Nuestros últimos experimentos prácticos, con actores, en la acción, nos han hecho comprender el papel y efectividad de estas pausas estróficas. Se describen estas experiencias en Verso en acción, por fín.

 


Vuelta al Principio  Última actualización:  viernes, 18 de septiembre de 2015  Visitantes: contador de visitas