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Hablar y conocer (incluido en el Libro del Habla de la Poesía y del Teatro )

Como todo el mundo sabe, hablar del lenguaje es difícil, porque se usa aquello de lo que se discurre. Por igual razón es difícil razonar sobre la lógica,  Como ocurre con las cosas sencillas y básicas, su aparente simplicidad encubre formidables problemas de comprensión e interpretación. El contar y sus números, el nombre y el verbo, las cosas cotidianas, son misterios que, pourtant, funcionan perfectamente desde la infancia, pero que cuando las miramos de cerca se desvanecen y desdibujan, dejan de existir.

Así que para hablar de estas cosas hay que proceder con extremada cautela, no dando nada por sentado, y operar con métodos y pasos contados. a ver que encontramos.

Ahora vamos a examinar el progreso de conocimiento que tiene lugar ‒creemos‒ cuando hablamos, cuando decimos algo sobre las cosas. Alguna relación con la dialéctica tiene todo esto.

Sabemos que cuando hablamos sobre algo, un tema (subject) lo hacemos mediante frases sucesivas (todo en el lenguaje hablado lo es ‒aunque gestos y otros signos pueden romper esa ley y producir varios procesos expresivos paralelos). Así cada una de ellas va añadiendo algo a lo ya hablado, va construyendo el tema, ladrillo a ladrillo, podemos decir. Ahora bien la coherencia y estabilidad del edificio, seguimos con la metáfora, precisa ladrillos en contacto, de forma apropiada y apoyándose unos en otros

Así las frases sucesivas deben por una lado realizar su función, que ahora veremos, y, al tiempo, cooperar en ese establecimiento gradual del tratamiento dado al tema, del discurso sobre él. la función de una frase es, como veíamos en     , decir algo sobre algo, expresándolo así;

"al algo/alguien le pasa algo"

lo que corresponde a las categorías tradicionales de que al sujeto le pasa un predicado, expresado este último mediante el pasar (verbo) y lo que le pasa (complementos).

Tocamos aquí las distinciones tradicionales de Tema y Rema, de Algos y Decir algo de  ellos..

Desde el punto de vista del conocimiento o información que la frase aporta, podemos considerar que a  un sujeto inicial, con sus características, propiedades, atributos en fin, todas de partida, se le añade uno más, precisamente el que frase asevera (si no lo hace, como en una pregunta, añade igualmente algo a lo inicial, la posibilidad sugerida por ella o incluso la probabilidad del nuevo atributo).

Así que cada frase cuelga un ítem más a los que ya tenía el sujeto inicial.

Este nuevo atributo cambia el sujeto, lo hace otro, conservando en general en nombre inicial, pero cuyo contenido más rico le convierte en otro, o en otro estadio o momento del mismo, lo que ya es también otro. precisamente la evolución o transformación atribuida a las cosas permite una concepción dinámica de lo mundo, un ente en proceso, o incluso un ente-proceso, o más allá, en un proceso mismo. El mundo es un proceso y las cosas estadios, fotografías instantáneas de una parte de ese mundo en un instante.

Reglas espontáneas de las lenguas omiten con frecuencia el tema o sujeto cuando el el mismo, de modo que se van colgando los atributos en el mismo sitio.

Incluso el matemático Frege llega a una división primigenia entre Cosa u Objeto y Función. De ahí que una igualdad es como una frase en la que el sujeto al que se le aplica una función es igual a otra cosa. Algo de esto aparece en El acto de la creación por el lenguaje.

Por otra parte hay alusiones en las místicas, las cuales podemos resumir en

 AAl principio está la montaña; después ya no hay montaña; al final está otra vez la montaña@.

donde naturalmente, a la luz de lo expuesto antes, la montaña primera es el sujeto, la no montaña es el resto de la frase, y la montaña final, es el sujeto enriquecido, transformado por la frase.

Como se ve, todos (los que van por buencamino) convergen en ideas similares procedentes de diferentes áreas, lenguajes y puntos de vista o filosofías.

Pero, sin meterse es estas metafísicas de ser y esencia, lo que nos interesa conservar es la idea de que tras cada frase el sujeto cambia mediante un nuevo atributo (el quitarle uno antiguo en asimismo un cambio, de modo que el razonamiento sigue válido).

Esta secuencia de cambio a trancos o etapas sincrónicos con la frase es lo que todo discurso lleva a cabo. El tema ha sido tratado cuando no hay más que decir, o sea, cuando lo que queríamos expresar ha sido expuesto, mejor o peor, o cuando no encontramos nada más que decir del tema. es cierto que muchas conversaciones siguen repitiendo sin cesar las mismas cosas, mareando la perdiz. pero estas conversaciones cumplen, agotada la informativa, otras funciones sociales, como la de darse cariño e interés, pasar el rato, mil funciones adicionales que el lenguaje cumple además de 'decir cosas sobre cosas'

Ahora bien, en cuanto a ese conocimiento aportado en cada frase hay que considerar si estaba ya implícito en el sujeto inicial o es nuevo. Si estaba implícito, como cuando decimos que 'todos morimos antes o después' la frase no hace más que actualizar psicológicamente se antiguo conocimiento en el contexto de la conversación, lugar, momento y hablantes y oyentes. Esa actualización produce efectos de todo tipo: emocionales, recuerdos súbitos, actitudes que hacen productiva, efectiva la frase aunque nada aporte en cuando a conocimientos. En todo esto tiene que ver con el concepto de hablar o Escribir bien.

Las que sí aportan novedades, como un descubrimiento científico, no hacen mas que desvelar lo que ya era o estaba.

De modo que toda frase no hace, en último extremo, que actualizar, hacer presentes datos que ya estaban o eran, refrescan atributos del sujeto los cuáles ganan una prominencia momentánea que deber ceder gradualmente a los nuevos proporcionados por las frasees sucesivas.

Esta acumulación de atributos para formar un complejo nuevo, el discurso sobre, es compartido por otras maneras de comunicar: las artes, como cuadros o sinfonías construyen edificios teóricos o prácticos (todo deben llegar a ñ práctica y presentación que quedan actualizados mediante la memoria en el alma del oyente (incluido en esta clase el propio hablante o artista).

Es interesante el hecho paralelo de realizar una sintaxis mediante frase sucesivas y realizar un conocimiento complejo, en principio no sucesivo, mediante atributos puntuales. Por ejemplo, describir la catedral de Nôtre Dame incluye ir añadiendo pináculos, piedra, imágenes, vitraux sucesivamente hasta completar la estructura tridimensional en el espacio, multidimensional en loas incontables espacios donde opera, existe esa categoría: el el religioso, el artístico, el urbanístico, el social, el turístico. En todos esos espacios o dimensiones existe Nôtre Dame, y en todos ellos pueden decirse cosas ‒atributos‒ de ella. Se han tratado estas aglomeraciones en Supersintaxis y supenentaxis.

Pero retoquemos esta noción de aglomeración: (la cual, leemos en Buhler, corresponde a la noción de Leibnitz de cosas como agregados: son agregados pero no montones, sino estructuras o formas en que cada componente tiene una situación un papel diferente a las de los demás: se colocan en situaciones y funciones determinadas, no al tun tun. El ejemplo de la catedral lo pone de manifiesto.

Y aunque henos considerado un sujeto único para el tema, es claro que las frases en un párrafo cambian de sujeto. En ese caso es muy posible que las frases usen sujetos que son realmente atributos del sujeto principal, lo hemos llamado subject o tema. Por ejemplo, hablar de la sobrepelliz de los oficiantes, de la composición química de las velas, del horario de misas y oficios...Los sujetos de las frases respectivas con componentes, elementos, atributos de la catedral total. A este respecto conviene conectar con nuestra teoría sobre el vocablo, interfase entre continente y contenido).

Por el contrario, un párrafo que contiene sujetos no relacionados entre sí, es una incoherencia, es un falso párrafo. Y una parte es coherente en el sentido apuntado antes y la otra lo es con otro contexto, tenemos un doble párrafo que precisa en al escritura un punto y aparte.

Por último un párrafo que va derivando de un sujeto a otro de modo que se aleja cada vez más del principio es un párrafo mal pergeñado, un falso párrafo. No obstante la capacidad asociativa de la mente es enorme, de modo que siempre puede imaginarse un contexto en que todas las frases contenidas en ese párrafo tengan que ver; se han visto ejemplos de esa clase en las vanguardias, que intentan siempre romper estilos adocenaos y esclerotizados /en su visión) mediante técnicas de ruptura. A ese respecto recordamos lo que escribimos en sintaxis teatral.

Veamos ahora esa conexión con la dialéctica: aunque anterior, es Hegel quien la presenta en sus estadios como progresión del conocimiento: a la tesis o proposición inicial le aparece una antítesis que se opone (de alguna manera) a ella. Una operación final, la síntesis unifica esos contrarios en un estadio final donde las cosas ya no son lo que eran: (aunque, apunto yo, conserven el mismo nombre) han evolucionado, han progresado.

Pues bien esto es lo que hemos narrado al describir la frase: el sujeto, con sus atributos iniciales es la tesis. Un nuevo atributo, no existente en el sujeto antes ( o no actualizado en el presente de los hablantes) y por lo tanto opuesto al sujeto (es un no-sujeto, por no estar incluido en él, constituye la antítesis. El verbo sirve de nexo, de presentación de ambos, de casamentero, de enzima activante, de afrodisíaco ontológico: ambos estadios iniciales quedan superados por el decir de la frase, la cual por cierto, se convierte en creadora como hemos dicho en alguna parte, y se dijo mucho mejor en otra: "El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". la síntesis esta representado en este pas a trois por el sujeto ornado con su nuevo atributo, un sujeto más rico, diferente pues, Y un sujeto en ese nuevo estadio susceptible de recibir nuevas frases creadoras que le harán evolucionar otra vez. Y otra y otra, incontables en las conversaciones de todos en todo lugar y todo tiempo. En el ballet sugerido, ¡un, dos tres!. ¡Un, dos, tres!,...

Surge así una visión de cada lengua en la que todos sus conceptos se entrechocan continuamente en todas las conversaciones que la usan: todos los conceptos varían sin cesar por medio de las frases que los usan desde la primera que los establece o define hasta la última, que les abandona a un limbo de olvido donde languidecen y mueren; mueren por desuso y desaparecen de la conciencia lingüística de los hablantes. Tomando uno o varios conceptos en su evolución tenemos la diacronía de una lengua; tomando la situación de todos en un momento dado, tenemos la sincronía.

Aparece el tema en Una gramática transformatriz.

 


Vuelta al Principio    Última actualización: viernes, 18 de septiembre de 2015    Visitantes: contador de visitas