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4.6  El vocablo, interfase entre continente y contenido.

(incluido en el Libro del Habla de la Poesía y del Teatro) e (incluido en conversaciones con Enrique Tomás)

Al hablar de continente y contenido no nos referimos a la vieja pareja saussuriana de mot et parole en la que más o menos la palabra dicha, mot, sería el continente de la palabra significada, parole, la que tiene que ver con la distinción hablar ‒ decir. Pero no, nos referimos quizá a algo más radical que tiene que ver con la idea de conjunto y elemento, todo dentro claro, de la semántica.

El uso cotidiano de los vocablos (el nombre de las cosas) encierra una trampa semántica de la que somos habitualmente inconscientes. Resulta que al decir 'casa' por ejemplo, dependiendo del contexto de la frase, nos referimos unas veces al objeto casa, considerado como un punto o cosa simple (mónada) como ocurre en la frase: "Colmenar tiene dos mil casas". En otras frases en cambio, el vocablo toma un aspecto de continente o receptáculo de cosas que están dentro de lo que con él se alude: al decir "en mi casa tengo un piano y un cello" empleo el vocablo "casa", ¡el mismo de antes¡ con un sentido pues, diferente.

Así que un mismo vocablo alude a veces a un elemento de un conjunto y otras a un conjunto compuesto de otros elementos. Y nosotros inconscientemente saltamos de uno a otro nivel sin dolores de consciencia. Probablemente muchas paradojas o contradicciones que encontramos  se basan en esta duplicidad traidora de cada palabra.

Porque lo dicho para "casa" se aplica probablemente a todos los demás vocablos o lexemas. Por ejemplo, nos sugieren la palabra "felicidad", tras un desconcierto original (por lo abstracto e impreciso) de la palabra, encontramos rápidamente los dos niveles a los que aludíamos: por un lado la "felicidad" es una cosa a la que aspiramos, en este nivel la "felicidad" es algo único , puntual y completa que queremos tener como si fuera un coche.

Pero basta una pregunta o autopregunta insidiosa como '¿pero qué es la felicidad?' y al momento comenzamos a hacer algo de introspección e intentamos encontrar las notas o elementos felices que la componen: podemos decantarnos por salud, dinero y amor, o bien dinero, dinero, dinero o bien cosas más ambiciosas como paz en el mundo, etcétera. En todos los intentos de encolar de significado de esa palabra comenzamos a considerarla como un zurrón donde metemos más y más cosas Por lo tanto, tampoco "felicidad" tampoco se libra de la ambigüedad inherente a todo vocablo.

O consideramos el nivel superior como síntesis de los inferiores; o estos últimos como análisis de aquél. O, mejor, un salto continuo, inconsciente, entre ambos.

De modo que comprobamos que cualquier palabra resulta ser una especie de interfase o frontera, o un jano de doble cara que es engullido por otro concepto de más amplia extensión (en el específico dominio que atribuimos o escogemos de la palabra) y por el otro contempla como una gallina a sus polluelos otros conceptos que están contenidos por compresión (teoría de conjuntos) en él y que de alguna manera lo configuran y componen. Y las ideas de una pertenencia en ambos casos imprecisa o fuzzy, invalida esa intercara (interfase) que es cualquier nombre de cosa.

Pero hay más: sospechamos que incluso esta duplicidad vocabularia es esencial a la naturaleza de nuestro pensamiento del mundo porque poco podríamos hablar de las cosas si estuvieran circunscritas a ser sólo elementos o sólo conjuntos. Precisamente ese carácter de interfase les permite unir niveles de generalidad o de representación, o de visión. A parecen así entonces los vocablos como los nudos de un inmenso árbol en el que unas cosas o sus conceptos se van dividiendo más y más a medida que descendemos el aumento de nuestra visión y además de una manera muy organizada que pertenece bien al mundo, bien a nuestra visión de él, que no tenemos muy clara la diferencia. Cualquier tratado sobre un tema (palabra o conjunto de palabras) saltará de uno a otro nivel a medida que perora sobre el tema.

Por ejemplo, el ver la palabra en un diccionario, encontrar su 'definición' relaciona esa palabra con otra, ligadas entre sí con relaciones varias, que podemos definir como sintáctico semánticas. He aquí pues de manera simple y básica la consecución de un nudo, una vez establecido el nuevo concepto podemos construir una infinidad de frases que lo incluyen, bien en el sentido de elemento, bien en el sentido de continente (por cierto una guinda más: asía es un elemento de la división primaria del mundo, y por otro un inmenso continente de países, montañas, camellos, etc.).

No parece haber en esta óptica que presentamos otros aspectos o caras de la interfase. La alusión al hablante u oyente o la motivación de la creación de una palabra nos saca del punto, ya que aquí se habla de un lenguaje ya constituido, general, aceptado, y por lo tanto independizado ya hasta cierto punto de sus creadores y usuarios.

Al contarle lo anterior me dice un amable visitante, arquitecto: "La fachada en donde la casa pasa de ser  cosa pasa a ser sitio". Por ahí van los tiros. Y tiene que ver con lo que sigue.

 

Vea las páginas hijas de esta:


4.6  Repercusiones del vocablo interfase.


4.7  Relaciones entre vocablos interfase.

y la muy relacionada:

 Hablar y conocer.

 


Vuelta al Principio    Última actualización: viernes, 18 de septiembre de 2015    Visitantes: contador de visitas