La lentitud es indispensable en el habla artística. No siempre, ni de igual manera, pero sí en muchas ocasiones.
Sus virtudes son numerosas: permite claridad de exposición y articulación, permite llenarse de sugerencias y matices, permite pausas comunicadoras y psicológicas, permite incorporar gradualmente el texto y el contexto tanto al actor (que puede después decirlo después más aprisa si lo desea) como al oyente-espectador.
Esta posibilidad de enriquecimiento es también una necesidad. Si mantenemos el contenido informativo de un texto ‒es decir, sus expresividades, su sintaxis, sus impulsos‒ dicho a velocidad media o rápida y ralentizamos sin más el tempo, ralentizamos igualmente el flujo de información: el oyente recibe menos en el mismo tiempo, se empobrece el mensaje y el oyente se aburre.
Sólo puede hacerse más lento el decir si se aumenta proporcionalmente la información citada. Ello se consigue añadiendo impulsos parciales, matices, entonaciones sutiles que, sin variar esencialmente la anterior, la enriquezcan y completen. Hay que llenar los huecos, por decirlo así, con información adicional, incluida, con importancia, la gestual.
La comunicación crece, al mejorarse la organización del discurso; se sutiliza con los aportes efectuados. Es como un arte de la miniatura, que hace aparecer más y más detalles al acercarnos. Lo que tiene que ver a su vez con los fractales, que presentan siempre más y más detalles complejos por mucho que nos acerquemos.
Realizadas las pruebas pertinentes la técnica funcionó (maravilloso dijo alguien) por lo que la incorporamos a nuestra La paleta sonora. Funcionó cuando se aplicaron los consejos de esta página. Continúe por este camino de belleza y conocimiento en Gozarse en la palabra.
Se oyen diferentes grados de lentitud en Tempi del habla en Rodero.
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actualización:
viernes, 18 de septiembre de 2015 Visitantes: