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Conflicto  (incluido en Grupo Fundacional de Verso )

Un conflicto es una contradicción entre dos fuerzas o tendencias.. Y la fuerza es necesaria porque sin fuerza no hay movimiento nuevo (todo lo más continúan inalterables los ya existentes).

Se trata de que en algún momento haya fuerzas encontradas, opuestas, en un drama; fuerzas incardinadas usualmente en dos personajes, pero a veces también en uno sólo. Debatirse entre el deber, el honor, la moral y el deseo, la ambición, el orgullo son conflictos usuales generadores (incluso en la vida real) de acción, primero psicológica y personal, después repercutida en el entorno.

Esto es tan importante, tan crucial, que sin conflicto no hay drama, no hay teatro. Ni pintura, ni música, ni danza. Ni nada. La paz, la harmonía, el equilibrio hay que ganárselos. ¿Cómo?. Con un drama en el que el o los conflictos se resuelve.

Por otra parte entre dos personajes puede haber varios conflictos. Podemos ver a los personajes como un grupo de entes con una nube de conflictos entre sí, ellos mismos incluidos, lo cual ha sido modelizado como una estructura dramática.

Precisamente el acercamiento de Pirandello al drama da cuerpo a esto último: el drama es generado por los personajes, inevitablemente; el autor sólo los convoca, los junta en un ambiente, lugar y momento. Ellos interactúan y entonces ocurren cosas, es decir, se genera el drama.

Las relaciones entre personajes deben ser preponderantemente conflictivas. Unas relaciones idílicas, harmónicas entre ellos no genera drama, sino un cuadro de costumbres o simplemente un cuadro estático.

Por otra parte, el conflicto es una relación no conmutativa en general. Un personaje tiene un contencioso con otro, pero el segundo mantiene otro conflicto con el primero, e incluso no tiene conflicto, le ignora, por ejemplo (otra cosa será cuando le ataque o manifieste su conflicto el primero: ya hay conflicto del segundo. Pero incluso entonces son diferentes ambos.

Las fuerzas desencadenadas en el conflicto deben además liberarse, no pueden quedar en forma potencial, deben de chocar las fuerzas, produciendo movimiento, acción.

Estos movimientos cambian irremediablemente a los personajes y a su situación relativa y sus circunstancias. El conflicto por lo tanto cambia también, usualmente en el sentido de resolverse (para bien o para mal). Un conflicto resuelto ya no lo es, y ha perdido por lo tanto su poder generador de acción y de interés. De modo que esta situación corresponde al final, una situación harmónica y por lo tanto muerta. Es el fin natural de la obra.

No obstante puede haberse generado un conflicto nuevo que quedaría pendiente y daría lugar a nuevos episodios; así ocurre en las series de tragedias, o, en más prosaico caso, en las novelas por entregas de principios de siglo pasado, o en las series de televisión modernas.

Usualmente en un drama hay varios, muchos conflictos, sí, pero no a igual nivel, de importancia, de virulencia, de hondura. Hay una jerarquía entre ellos y a menudo uno es el principal, el que además queda en la memoria como 'el' conflicto del drama. Por ejemplo, Hamlet sería la Duda, Otelo los Celos,  Las Bacantes la Soberbia e Impiedad ante los Dioses, Edipo el Destino, La Vida es Sueño la Pretensión de la Astrología.

Todo esto es simplista, pero ayuda a encontrar la jerarquía, tanto para comprender la obra por parte del espectador, como para montarla por parte del director. De hecho, muchas adaptaciones eliminan conflictos (y personajes) menos importantes, clarificando el drama, al simplificarlo (no proponemos esta poda, ni mucho menos, sólo la describimos).

Ahora bien todo conflicto que no sea asumido –incluso a su pesar, preferiblemente a su pesar– por el espectador queda inútil en el drama. Para que ello no ocurra, el conflicto debe ganarse al espectador, para lo cual se nos ocurren las siguientes condiciones:

1. Entendido
2. Sentido
3. Cercano, o sea, parecido a los propios del espectador.
4. Participativo.

Es decir, el espectador es movido (es e-mocionado) por el conflicto, resuena con él, lo hace, hasta cierto punto, propio). Es lo que se explota burdamente, al indignarnos con el malvado con lo que deseamos su castigo, nos metemos en el drama y lo vivimos; ello nos produce un placer, como el viaje (incluido el psicodélico) o el disfraz: somos otros por un rato.

Los conflictos se producen en las áreas de nuestra actividad física, emocional, profesional, política, religiosa... en fin en todas nuestros mundos, sobre todo los que sentimos como importantes.

Algunos Conflictos típicos:

La/le quiero pero ella/él no me quiere.
Nos queremos pero ellos no nos dejan.
Ovejeros y vaqueros en el oeste
Indios y soldados
Moros y cristianos
Dos chicos que aspiran a la misma chica
Dos chicas que aspiran al mismo chico
Deber y deseo.

La estructura dramática no depende en realidad del tipo de conflicto concreto, sino de su comportamiento en la acción. No es esencial su naturaleza sino su comportamiento (its shape decía Becket). El conflicto es un motor, un generador de acción, mientras que las circunstancias concretas son sólo un pretexto en suma, el revestimiento o ropaje concreto, necesario, que el conflicto teórico y estructural asume en en un drama determinado.

Al hilo de estas reflexiones se nos ocurre que también gesto podría, debería, acompañar ese conflicto estructura, más que revestir las circunstancias. Por ejemplo el debatirse entre dos tendencias se parece siempre, así como los gestos que acompañan ese debatirse, de modo que el gesto no alude ya al conflicto concreto deber/deseo ni al timidez/audacia, por ejemplo, sino al puro y abstracto debatirse.

 

Vuelta al Principio     Última actualización: jueves, 20 de febrero de 2014    Visitantes: contador de visitas