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Sílaba griega  (incluido en Métrica cuantitativa griega)

Fonética:

Sonidos:

       El griego clásico contaba con veinticuatro letras (véase hoja_fonetica_griega)--en principio correspondientes con fonemas [1]--, de las que siete eran vocales. Había además (como la hay en muchas otras lenguas, antiguas y modernas) una categoría intermedia de sonido fonético, la semivocal o semiconsonante, que entra en las dos categorías anteriores: son las vocales u, i (incluso a veces, raramente, e, o) y de las consonantes las líquidas, que incluyen las nasales: l, r, m, n); estas semiconsonantes se comportan como unas u otras según la letra que les acompaña: vocal ante consonante normal, consonante ante vocal normal. Se habla del grado de vocalidad en teoría_de_la_silaba. Y de la sílaba persa, similar, en Metrica_Persa_en_Rumi

 Había una oposición fonémica entre vocal larga y breve, incluso con timbre similar: (h e) son larga-breve con sonido aproximado [e]; (w o) larga-breve con sonido aproximado [o]. Las tres restantes (a i u), con sonidos respectivos [a i u], se comportaban como larga o breve según el vocablo. Se consideraban diptongos, parejas de breves de las que una al menos era i, u , que actuaban como vocal larga; y diptongos largos, que incluían una de las dos vocales largas w h, y que actuaban también como vocal larga.

       No se conoce la pronunciación exacta del griego antes de Cristo, pero todas las letras cuentan con una pronunciación generalmente aceptada. Incluso podemos suponer, como en toda lengua, un sistema alofónico que realizaría por ejemplo como interdental la d intervocálica y como alveolar en los demás casos; igualmente pueden suponerse pares alofónicos a b y g, como se cree ocurría en las lenguas semíticas aproximadamente contemporáneas de Homero (fenicio, hebreo).

Sílabas:

       El sistema silábico era cuantitativo, es decir, definía y oponía también sílabas largas y breves: eran largas las que incluían vocal larga, doble vocal -diptongo- o acababan en  consonante -una o dos. Es decir sólo eran breves las que contenían y acababan en una sola vocal breve, las demás eran largas.

       En el habla se unen todas las palabras en un flujo continuo, de modo que las sílabas se cuentan y dicen uniendo todos las letras y sonidos en una unidad fónica. En particular son muy frecuentes, como en todas las lenguas, las sílabas formadas con letras de dos --hasta de tres--palabras contiguas. Hablamos ya de la sílaba rítmica, un hecho de la producción continua del habla, diferente de la sílaba gramatical (caso de que este concepto tenga contenido), propia del lexema, de la palabra con significado, con semántica..

       Los límites de sílaba (rítmica) son menos claros: en principio una sílaba comienza con consonante, pero después, las rupturas silábicas entre vocales --acentos, hiato, diéresis-- crean límites adicionales, lo que complica el sistema de sílabas, y aumenta su número. Por ejemplo, en el primer verso del texto siguiente, de 16,  hay 6 sílabas --inequívocas, o sea precedidas por otra vocal--, que comienzan también con vocal.

        El límite silábico puede definirse como el punto en que la vocalidad de la cadena fonética sufre un brusco aumento , como se ve particularmente en las semivocales [i u], que actúan como vocales o consonantes según su entorno fonético; o donde el acento o la diéresis rompen diptongos y crean principio vocálico de sílaba:  por ejemplo, en  i(ppei/oij  la (i) iota actúa de consonante dando lugar a 3 sílabas: i(p-pe-i/oij o i(p-pei/-oij

En principio la determinación de los límites no es indispensable para contar sílabas, sino los centros o cimas silábicas, que son siempre vocales más abiertas que su entorno (a, o, e mejor que u, i) y/o acentuadas.

Pero en el caso de la métrica cuantitativa como la griega, estos límites sí son necesarios para determinar la cantidad de la sílaba, rasgo fundamental en esa métrica. Hay un caso especialmente dudoso, el de la muta cum liquida, una vocal breve seguida de oclusiva y de líquida (l r n m), en el cual la muda puede pertenecer a la misma sílaba que la líquida, con lo que la sílaba anterior es breve, o a la anterior, con lo que la cierra y es larga –caso de )Atrei/+dhj, por ejemplo, que podría silabizarse como )A-trei/+-dhj, breve-larga-larga, o como )At-rei/+-dhj, larga-larga-larga (García Calvo, TMV.I, nº 791). Por ejemplo encontramos en Coéforas, 84, a principio de elocución, la atípica sílaba --en castellano-- dmw-, donde la m actúa como l o r.\

Como primera particularidad, siempre ligada a la existencia de vocales largas (V) y breves (v) en la lengua que emplea métrica cuantitativa. Ello da lugar a sílabas largas del tipo /cV/, cuando la v es larga.

El otro tipo de sílaba larga se consigue con sílabas cerradas, es decir, acabadas en consonante. /cvc/. Otras agrupaciones se ajustan a las anteriores. En realidad, sólo son breves las sílabas del tipo /cv/. Es la breve la especial, y de hecho, sólo es constante la  breve en la primera parte (arsis) del segundo yambo del de cada metro (diyambo) en el trímetro yámbico frecuente en el teatro griego (ver más abajo, en la lista de metros). De modo que. contamos con las posibilidades:

  Sonidos Ejemplo
breves
/v/
/cv/
/ccv/
e)
xo
tro
largas
/cV/
/cvc/
/cvv/
/cVc/
cVv
/cvV/
/ccvc/
/cvVc/
/cVvc/
/ccVv/
ph
nes
teu/
mh=j
fwe
nai=
fron
tei=j
 
trw/|a|

 

De modo que la sílaba griega necesita al menos una vocal (larga o breve, como centro o núcleo; y a ella pueden adosarse, a ambos lados, vocales y consonantes de este modo   / (c)(c)v(v)(c) /. Otra agregación más amplia se rompe probablemente en dos sílabas. Falta por determinar el papel del acento en estas sílabas. Al unir las palabras en el habla, sí que pueden presentarse casos de dos consonantes finales, como kh=ruc me/giste.:Pero puede considerarse un caso de segunda líquida en la siguiente: [kê-ruk-s_mé-gis-te], como se ve a continuación.

Ahora bien para que existan dos consonantes iniciales en una sílaba, o se trata de una doble consonante, como  y c ) o la segunda debe ser menos consonante que la primera: es decir, debe ser una líquida, al estilo de vista antes )A-trei/+-dhj, recordando que la n y m son considerados como tales (por ejemplo, Coéforas 84 comienza con dmw). No encontramos doble consoantes al final de sílaba, porque ejemplos como  kpe/myaj, se interpretan atribuyendo poniendo la doble consonsnte y (psi) a la siguiente.

Hay casos difíciles: en Timeo de Platón encontramos: tw=n xqe\j. La secuencia sonora es (en notación castellana): tôn jzes, a silabizar como [`tôn_j-zes ] o [`tôn-jzes ]: o hay dos consonantes a fin de sílaba o se trata la z como una líquida a efectos silábicos.

La unión de dos vocales en una sílaba, diptongo o sinalefa, especialmente cuando se trata de la misma vocal, crea dos momentos tonales, que llamaremos ‘moras tonales’, provenientes de sus respectivas situaciones léxicas (acentos) y sintácticas (cercanía a puntuaciones). Estas moras constituyen una unidad subsilábica que no cuenta en principio para la ordenación métrica del texto (García Calvo, TMV.I, nº 530), si exceptuamos el hecho de que toda sílaba con dos moras es larga. En realidad el concepto estricto de mora es la de momentos tonales en una misma vocal, debida a los acentos, tónicos en griego (y en todas las lenguas que conocemos, pero eso nos saca del tema).

Vea el uso artístico métrico de la sílaba griega en metrica cuantitativa_griega.htm

Y ahora veamos los acentos.

Acentos:

       Había tres acentos: agudo:, grave: \ , y circunflejo ^ : eran acentos tónicos, es decir, realizados acústicamente variando el tono sobre la vocal que lo porta --al igual que los acentos actuales en muchas otras lenguas modernas, como las vecinas, español, italiano, inglés, las cuales, pese a terminologías confusas como stress, intensidad, son también primordialmente tonales[2]. Se supone que en los acentos griegos variaba el tono según su escritura, es decir, el agudo subía el tono, el grave lo bajaba, el circunflejo lo subía y bajaba. También puede suponerse que el acento grave era uno agudo dominado por otro agudo en una unidad sintáctica -un sintagma, por ejemplo--: así la palabra del diccionario qea/ aparece en la primera línea del texto adoptado de la Ilíada como qea\ . Incluso hay quien defiende que el acento grave no debe realizarse en absoluto (según apunta AGC hay en la edición adoptada un exceso de graves -baritonesis- que habría que cambiar a agudos).

        El acento griego era hasta cierto punto independiente de la cantidad, pero estaba sometido, como en latín, a reglas en relación con el número y cantidad de las sílabas que siguen a la acentuada, lo cual proporciona una útil información sobre la cantidad de las vocales dudosas: esas reglas son en resumen:

1. El acento circunflejo se aplica sobre vocal larga.

        2. El acento circunflejo aparece sólo en las dos últimas sílabas de la palabra. Si aparece en la penúltima, la última es breve.

        3. El acento agudo aparece sólo en las tres últimas sílabas de la palabra. Si aparece en la antepenúltima, la última es breve.

Véase más adelante el Procedimiento Automático en Griego, para un ejemplo de aplicación de estas reglas.

       El efecto perceptivo de estos acentos consiste en enfatizar, resaltar la vocal y con ella la sílaba que la lleva, en orden decreciente: circunflejo, agudo, grave. La cuantía de la oscilación tonal es desconocida, aunque gramáticos alejandrinos hablan de una quinta (siete semitonos) para los acentos griegos, al menos los dos primeros. Sea como fuere, realizados estos acentos, dotan al texto de una rica entonación, casi musical.

       Estas entonaciones acentuales eran simultáneas, como en toda lengua, a las entonaciones de rango más amplio, como las sintácticas correspondientes a sintagma, oración o frase, y las de modalidad, expresividad, etc (Sánchez y Caramés, 1998). Puede decirse que los acentos van insertos o superpuestos a las prosodias.

Otros signos:

       Otros signos eran dos espíritus, suave y áspero, correspondientes a las consonantes semíticas ’ alif y ‘ain, de las que la primera perdió el carácter oclusivo-glotal (Sánchez, 2001) pero perduraron los signos. Uno de os dos precede siempre a una vocal inicial de palabra. Se realiza el segundo con una aspiración --como la ‘h’ inglesa-- y el primero se ignora en la pronunciación. El apóstrofe y la craxis eliden una vocal de la cadena, y tampoco cuentan fonéticamente. En principio, la ya no representada digamma griega, vestigio de la waw fenicia, tampoco se considerará en la realización, y permitirá la sinalefa con la palabra anterior, así como lo hace el espíritu suave. Y aún el áspero, pese a la aspiración, según encontramos a veces  en la poesía y el teatro. Probablemente habrá que elidir esa 'h' aspirada para ello.

Notas

[1] Mientras nos sea posible, no entraremos en una descripción de la fonología griega, porque ello nos llevaría lejos de nuestro objetivo principal, hacer sonar a Homero. La desaparición gradual de los fonemas iniciales provenientes del semítico, digamma, quppa y yod, el status fonológico de los tres acentos y los dos espíritus (véase más adelante), la elección entre diez vocales o entre cinco vocales y cantidad, los diptongos y las letras dobles, el desconocimiento de los tonemas sintácticos, etc. plantearían problemas difíciles en sí por un lado, y no indispensables para nuestros fines por el otro. Nos moveremos pues en el terreno del sonido: fonética y prosodia, alófonos, pausas, ritmos y entonaciones, aun sabiendo que esos rasgos responden y realizan entidades abstractas: fonemas, acentos y sintagmas por un lado, metros y ritmos por otro.

[2] Así se ha sintetizado español en Versi2000, con acentos tonales totalmente verosímiles.

[3] Dos como el yambo, cinco como el docmio.

[4] Parece como si la cercanía del fin de verso, en espondeo, aconseja precederlo de dáctilo para acentuar o recordar el carácter fundamentalmente dactílico del hexámetro.

[5] En varios textos aparecen esos términos intercambiados: arsis principio marcado del pie, tesis la contraria, de modo que hay que entenderlos correctamente mediante el contexto.

 


Vuelta al Principio    Última actualización: Thursday, 21 de February de 2013   Visitantes: contador de visitas