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La prosa como verso. II. (incluido en Conversaciones con Concha )

Probamos con Benavente:

He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas al cansancio de los trajinantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos, la que juntó en ciudades populosas a los mas variados concursos, como en Paris sobre el puente nuevo, cuando Tabarín desde su tablado de feria solicitaba la atención de todo transeúnte, desde el espetado doctor que detiene un momento su docta cabalgadura para desarrugar por un instante la frente, siempre cargada de graves pensamientos, al escuchar algún donaire de la alegre farsa, hasta el pícaro  hampón, que allí divierte sus ocios horas y horas, engañando al hambre con la risa;  y el prelado  y la dama d e  calidad y el gran señor desde sus carrozas, como la moza alegre y el soldado y el mercader y el estudiante.

El texto, así visto, asusta y hasta aburre. no hay por donde cogerlo. Pero, de acuerdo con nuestro modelo codificado en La prosa como verso: modelo general nos disponemos a organizarlo como un largo poema en verso libre y blanco. Para ello hay que encontrar en él lo que hemos llamado pseudopiés, pseudoversos y pseudoestrofas. 

Para los primeros intentaremos no sobrepasar en cada uno el numero de cuatro silabas; intentaremos asimismo hacer coincidir las  marcas rítmicas o tesis de nuestros ppiés con los acentos de las palabras principales, pero renunciaremos a ello si no nos salen así ppiés de la longitud deseada (4 silabas como máximo).

Empezamos desde arriba: organizamos la pestrofa y enseguida el pverso, lo que queda de la manera siguiente:

He aquí el tinglado de la antigua farsa,
la que alivió en posadas aldeanas
el cansancio de los trajinantes,
la que embobó en las plazas
de humildes lugares a los simples villanos,
la que juntó en ciudades populosas
a los mas variados concursos,
 
como en Paris sobre el puente nuevo,
cuando Tabarín desde su tablado de feria
solicitaba la atención de todo transeúnte,
desde el espetado doctor
que detiene un momento su docta cabalgadura
para desarrugar por un instante la frente,
siempre cargada de graves pensamientos,
al escuchar algún donaire de la alegre farsa,
hasta el pícaro  hampón,
que allí divierte sus ocios horas ,y horas,
engañando al hambre con la risa; 
y el prelado  y la dama de  calidad
y el gran señor desde sus carrozas,
como la moza alegre y el soldado
y el mercader y el estudiante.
encontramos dos pestrofas, la primera de tamaño apropiado, la segunda demasiado grande quizá, ya que la frase que la sustenta es decididamente larga. Podemos dividirla. También la primera (que podría quizá dividirse aún más):
He aquí el tinglado de la antigua farsa,
la que alivió en posadas aldeanas
el cansancio de los trajinantes,
 
la que embobó en las plazas
de humildes lugares a los simples villanos,
la que juntó en ciudades populosas
a los mas variados concursos,
 
como en Paris sobre el Puente Nuevo,
cuando Tabarín desde su tablado de feria
solicitaba la atención de todo transeúnte,
 
desde el espetado doctor
que detiene un momento su docta cabalgadura
para desarrugar por un instante la frente,
siempre cargada de graves pensamientos,
al escuchar algún donaire de la alegre farsa,
 
hasta el pícaro  hampón,
que allí divierte sus ocios horas, y horas,
engañando al hambre con la risa; 
 
y el prelado  y la dama de  calidad
y el gran señor desde sus carrozas,
como la moza alegre y el soldado
y el mercader y el estudiante.

queda bien, articula en ideas y acciones parciales bien definidas, organiza la sintaxis.

Y hasta la respiración: pueden (quizá deben) hacerse estas estrofillas de un sólo aliento. Y queda bien, tras oírlo. (por cierto que se respira bien relajando bien ‒con perdón‒ el perineo y ano. Se abren así las costillas lumbares y esto es el apoio, que sujeta el diafragma). No hay que coger aire sino dejar que entre.

Vamos con las marcas y sus ppiés.

        He aquí el tinglado          de la antigua farsa,
        la     que     alivió  en     posadas     aldeanas
el cansancio   de    los        trajinantes,
        la    que  embobó     en  las plazas
de humil des       lugares   a  los simples     vi  llanos,
        la   que      jun  en       ciudades     po pu losas
a los más      va - riados        concursos,
 
        como_en  París,                  sobre_el puente nuevo...

(podríamos quizá hacer una de las dos versiones:

             he aquí el tinglado de la_antigua        farsa.
            He aquí el tinglado             de la antigua farsa,...)

Encontramos unas secuencias de pversos de (4, 4, 3),   ( 3. 4, 4, 3 ),    4  ppies, con longitudes desde 7 a 14 sílabas. Bien.

Una vez trabajado lo anterior ‒y por supuesto, desarrollada la teoría anterior‒ oímos ¡al propio Jacinto Benavente! recitar ese parlamento, que descargamos de la Red. ¿Lo dividirá igual?

Se parece, aunque no subdivide tanto las pversos, sino que intenta hacer la oración completa en un grupo. Pero coincide esencialmente. Hace más estrofillas. Es correcto, es rítmico, pero no actúa, ofrece el texto como muestra. Por cierto que este autor decía que "el secreto del diálogo es el ritmo". Estaba pues consciente de estas cuestiones.

Esta prosa como verso favorece la búsqueda del acción: los impulsos, la sinceridad del texto.

Es perfecta.

 


Vuelta al Principio    Última actualización:   viernes, 18 de septiembre de 2015   Visitantes: contador de visitas