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Emoción y forma  (incluido en el Libro del Habla de la Poesía y del Teatro )

Que el teatro precisa de emoción, nadie, creo, lo niega; tanto si se trata de teatro naturalista y/o costumbrista, como del más idealizado y fantástico. El asunto es cómo llegar a esa emoción; y, en particular a efectos de nuestro curso, cómo llegar a ella mediante la palabra.

Nuestra propuesta, basada en mil síes y en un millón de noes, dedicados a producciones en varias de las llamadas artes, es la siguiente:

 

No puede haber emoción de altura sin belleza; y no puede haber belleza sin forma. una forma que posea los atributos adecuados: orden y número, variedad en su estructura interna, y al tiempo coherencia y unidad mediante parsimonia o economía de medios. Estos atributos la convierten (a la forma) en perceptible y en bella. ¿Pero está aquí la emoción? No, aparentemente, porque no se introduce específicamente como ingrediente, como elemento del todo. Pero sí efectivamente, porque esa forma bella trae, genera la emoción en los oyentes y además, aquí está lo sorprendente, en el propio fabricante de sueños que es el actor; él mismo se ve arrastrado por la fantasmagoría que él mismo fabrica mediante artes, artilugios y técnicas varias. Repetimos, he aquí lo maravilloso.

 

Una vez ahí llegados, el artista (sólo ahora merece tal nombre, porque emana arte) puede dejarse llevar para utilizar la expresión de Agustín García Calvo, sólo entonces puede subirse en el carro que va fabricando, y esperar modestamente, sin provocarlo, sucesos inesperados en el dominio de la emoción artística y el dominio de su propia psique: entonces puede obrar la intuición y efectuar cambios sutiles en aquella forma original, la forma técnica, y dar una vuelta de tuerca a la forma artística: entonces puede crear, entonces llega a la libertad del Arte.

 

Pero sólo entonces. Porque, si dejara libre su intuición, si ejerciera su libertad sin generar una forma bella, por más que se esfuerce, por más que se debata y eche mano de gestos, gemidos, trucos, efectos, pausas, gritos, carreras, muecas, caídas y otros recursos, la propia torpeza de su producción, le descorazonará a él mismo y, por supuesto al espectador y oyente, salvo al necio, como dice muy bien Guillermo.

"La ignorancia de la ley no excusa su cumplimiento"

 dice un precepto legal.

 La ignorancia de la forma no excusa su violación

decimos nosotros. Y aquel que no comprenda la forma bella, fabricará forma sin belleza, y esa será su cruz y la de los que, no siendo necios, le escuchen y vean.

 

Vuelta al Principio  Última actualización:  domingo, 06 de septiembre de 2015  Visitantes: contador de visitas