De igual modo que podemos codificar los sonidos del habla en fonemas, los fonemas en palabras y las palabras en frases que tienen un significado en un mundo que llamamos real (y en otros irreales pero similares a aquél) podríamos, deberíamos definir las posturas como compuestas de posiciones determinadas de las partes del cuerpo: serían los fonemas de la danza. O 'dancemas' si nos metemos a neologistas. Las posturas, las palabras en el campo de la danza (y otros movimientos), deben ser enlazados en forma lineal-temporal para devenir una performance, una obra. Esos enlaces, llenos de leyes y condiciones, constituyen la sintaxis; y la deducción de esas reglas constituyen la ciencia de la danza, o, al menos, su 'escritura'.

Danzante y sus mociones nos ofrecen ya una trabajo previo, al almacenar las danzas en forma simple y legible (mociones)

En la figura vemos, de frente y de perfil, una postura de danza, capturada y almacenada como un instante (fotografía) de una moción, en Danzante IX. Observamos en ella cómo las posiciones relativas de las articulaciones, o las correlativas de los huesos, componen la postura, que queda así como una cadena múltiple, o grafo, en al que se ha dado a los parámetros o variables, los ángulos entre huesos, un determinado valor.

Vea ahora, por ejemplo, El problema de la vuelta.