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Notas. incluido en conversaciones con Enrique Tomás)

Una nota es un concepto cuya simplicidad encubre una enorme ambigüedad. Suele considerársela un elemento de una escala musical, pero al medir su frecuencia, vemos que más que un valor de frecuencia es un conjunto de ellos, una nube estadística con una concentración en un punto si hay suerte. La suerte proviene bien de que el instrumento que la emite es de afinación fija, que el ejecutante es muy preciso, o bien si fallan los dos casos anteriores, el fragmento analizado era muy largo con lo que aparece la ley de los grandes números que crean distribuciones estadísticas de aspecto aproximado a la normal. con su media y desviación típica.

Si no ocurren esas deseables concentraciones, habría que generarlas de forma artificial, intentando encontrar la nota a la que el interprete quiso acercarse a través de sus intentos no muy certeros para lograrlo. Se trataría de alguien que quiere meter un punzón en un agujero y hace varios intentos alrededor de lo que busca; o de un arquero que lanza flechas a un blanco al amarillo de la diana creando una nube de flechas alrededor.

De modo que hay que enconrear la media de una distribución normal de desviación típica igual a la desviación típica práctica encontrada empíricamente.

Un método más rupestre es alisar por las buenas el histograma de frecuencias (es decir convoluciona el histograma con una función o ventana de suavizado que alisa los picos secundarios y si hay suerte logra una cima que adoptamos como frecuencia de la nota ).

Si alisamos más, y esto ya es una elección y una responsabilidad, encontramos un gráfico más bonito. Pero ¡más verdadero? nótese que los picos que creemos encontrar en una región son alisados del ojo, el cual pasea una ventana visual sobre el histograma y obtiene así una región que toma como pico. Todo, pues,  son operaciones con buen funcionamiento empírico pero de difícil justificación teórica, estaos en el familiar dominio típico de la ingeniería que postula  "¿es verdad lo que funciona?"

Dándole vueltas a aquello que sea una nota y recordando el centro de una nube  de flechas y el centro de una nube de pulsaciones, en nuestro programa EAPAVE, podemos refinar la situación del centro de una nube de tonos que es lo que llamaremos el tono de la nota o centro de esa nube de tonos atribuyendo a esa nota la frecuencia que minimiza la varianza de todas las distancias de la nube de tonos a ella, es decir sería el centro de gravedad, lo que presupone elevar al cuadrado esas frecuencias. Otra posibilidad sería hallar únicamente las distancias en valor absoluto, lo cual variará el resultado de la frecuencia de la nota. Como solución simple, tomar el mayor valor de la nube o el punto medio si hay varios máximos iguales.

Si tenemos varios máximos locales separados por valles, hay ambigüedad y  decíamos al hade escalas, puede tratarse de pocos valores de estudio o de dos notas en función diferente, bien por modulación, bien por ejecución  (nota que acerca a la que va).

Recordemos a este respecto ya dentro de una decidida metafísica semántica nuestra vieja teoría del pico.

Tocamos en un kamanché un tetracordio tipo Rast. No está mal. Y después, la toná de Mairena, melismática e imprecisa tonalmente. Sin embargo, surge nuestra escala gitana.


INTERVALOS
192 379 382 499
186 189 307
  2 120
117
 
116 336 499 -146
220 382 -263
162 -483
-646
LA ESCALA GITANA!

s-T-M

 


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