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A vueltas con Schenker (incluido en Conversaciones con Felix Sierra)

Conversación nº 40 (01-06-04)

Entramos en el mundo algo asfixiante de Heinrich Schenker a través de la puerta de su Freie Satz, o sea, Composición libre.

Tras unas invocaciones con resonancias divinas y pitagóricas a la harmonía universal, afirma atrevidamente que toda la música (la música artística, aristocrática) se reduce a la interacción de una protomelodía fundamental y una protoharmonía también fundamental, ambas de tres etapas sincronizadas.

 

 

Ya vemos aquí la aparición de la sagrada triada, de las zonas tonales, de "como arriba, abajo". de la sonata, de "en el principio fue la montaña, después no hubo montaña y al final hubo montaña".

Pero sigamos. La estructura descritas es considerada por Schenker como la estructura profunda de la música, la cual, mediante desarrollos, repeticiones, interpolaciones y otros artificios, los cuales, todos ellos, constituyen la estructura media (midleground), que llega ya al nivel de la nota, la que se oye y la que se escribe, a la estructura superficial (foreground).

Las tres estructuras coexisten simultáneamente en toda obra bien hecha y todas son necesarias. La profunda da unidad y sentido a la obra. La del medio es la que permite, con un trabajo algo artesanal, la obtención de la pieza misma, y esta pieza, que puede considerarse como un largo periplo hasta llegar al objetivo final, resolución y reposo sobre la tónica, que es el morir. Aquí enlazamos con la idea freudiana de que la vida es sólo un rodeo hacia la muerte, la deseada (eros  y thanatos)

El camino, pues, hacia ese reposo final, indispensable, presente en toda música tonal o modal, por otra parte, es, también, indispensable para que haya arte. Ese sabio y caprichoso retardar lo, sin embargo, indispensable y deseable, constituye precisamente l arte y tanto más artística será una obra, cuanto más tiempo consiga dilatar el punto final, siempre que lo haga, claro, de manera densa y significativa: la mera repetición o las esperas arbitrarias son detectadas al momento por cualquiera y rechazadas ipso facto.

Todo esto nos recuerda conceptos ya pensados por nosotros a propósito del arte en general y, en particular, de la poesía. Precisa esta de una herramienta básica que llamamos metáfora. La metáfora, en lugar de expresar una idea, es decir, fabricar las idea en casa del hablante o escribiente, y expresarla de manera lógica al oyente o lector, propone, en cambio, un germen de la idea, una especie de elemento encapsulado que debe germinar como una semilla en el receptor. A si que, la metáfora aparece como un rodeo, un rodeo que ha de producirse en el espíritu o similar del que lee, oye o percibe, provocando el nacimiento de esa u otra idea en él, nacimiento y aparición que le ocasionan sorpresa, emoción, le hacen vivir el momento y le predicen, en suma, un placer que podemos llamar estético y que tiene que ver, creemos, con el ejercicio de las facultades humanas, como intelecto, emoción y otras que pueda haber.

Volviendo a Schenker y a su estructura profunda y superficial, sería trivial y, por tanto, antiartística, el ofrecimiento de la estructura profunda, sin más, como pieza, esta se acaba en un tristrás, sin pena ni gloria, sin interés y se parece a una idea expresada solamente, una información. Por ejemplo, "me paseo pensando por el camino en la tarde". En cambio, el decir "yo voy soñando caminos de la tarde" es ofrecer, en su brevedad, una semilla que genera en el oyente sobre tonos emocionales e intelectuales y esto es el arte. Otra idea similar: si la interpretación de un taksim o improvisación de un taksim modal, se queman rápidamente las etapas, es decir, se ofrecen en seguida los recursos y marcha melódicos del modo a que pertenece el taksim, este acaba rápidamente y produce un efecto pequeño. El taksim artístico, en cambio, es capaz de dilatar sabiamente la aparición de esos recursos modales, haciendo la pieza más duradera, más interesante y profunda, mejor, en suma. En concreto, el retardar la aparición de las consonancias produce ese efecto angustioso de espera y anhelo, que tiene que ver con lo artístico y lo emocional.

De modo, que Schenker, pese a su espíritu antipopular y beato, dice cosas profundas como sus estructuras y merece nuestro interés y estudio.

Edifica su mundo sobre la tonalidad, de modo que cabe preguntarse si podría obtenerse estructuras similar4es para otros entornos tonales como la modalidad, la atonalidad, la dodecafonía serial, la música concreta, la electrónica, la rítmica, la métrica y otras estructuras del arte.

 


Vuelta al Principio    Última actualización: Thursday, 21 de February de 2013    Visitantes: contador de visitas