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LETRAS, FONEMAS Y SONIDOS DEL HABLA

 

Tres conceptos han de quedar muy claros en el tema de la lengua y el habla: letra o grafema, fonema y alófono o sonido del habla. Letra y fonema están relacionados entre sí en el dominio abstracto de la lengua: corresponden a los elementos mínimos que intervienen en la constitución de todas las palabras de una lengua con su significado. A su vez fonema y alófono son conceptos relacionados con el habla en tanto que sonidos que aparecen al pronunciar esas palabras.

En el habla aparecen muchos sonidos, pero algunos son variantes de un sonido que podemos llamar abstracto, Podemos definir los fonemas de una lengua (hablada), como el número mínimo de sonidos que permiten construir todas las palabras de esa lengua.

En realidad, más que sonidos (estudiados por la fonética y acústica) se trata de unidades mínimas abstractas de significado, que podemos considerar, que se realizan, que se hacen sonidos, al pronunciarlas.

Y esta realización de fonema o sonido abstracto en sonido concreto se efectúa de varias maneras según el contexto (los demás sonidos que rodean al considerado). Por ejemplo: el fonema /d/ español se realiza de dos maneras principales, en español, según esté precedida de un silencio, o una nasal /d/, o bien de otra vocal.

Estas variedades de sonidos que corresponden a un único fonema se llaman alófonos del fonema. Por ejemplo en árabe clásico, el sonido [a], la fatha, se realiza diferentemente según su contexto articulatorio: cuando  mueve una i , una sin, adquiere un sonido no laringal y algo cercano  a la [e], mientras que si mueve una /k/, sad, la /s/ laringal, adquiere esa [a] un carácter también laringal y algo cercano a la [o]. Así que ambos sonidos de fatha son dos alófonos del fonema [a], la 'a' breve del árabe.

Las letras utilizadas para escribir una lengua hablada, el alfabeto o alifato, fueron originalmente una trascripción de esas unidades mínimas que intervienen en los significados que  llamamos fonemas: al escribir la lengua se seleccionaron los grafemas en número mínimo para reflejar todos los significados de la lengua, de modo que letras y fonemas son originalmente conceptos equivalentes o muy relacionados. Pero la evolución de las lenguas modifica también el número de sus fonemas: en efecto diferencias de pronunciación en una época desaparecen en otra posterior, con lo que en el habla ambos sonidos devienen idénticos,  pasan a ser el mismo sonido y por lo tanto el mismo fonema, ya que el sonido en que los dos anteriores se han fundido ha pasado a ser el único que interviene en cualquier palabra de la lengua.

Por ejemplo, en castellano, el español, se ha perdido hace tiempo la diferencia entre la 'b' y la 'v', las cuales se pronuncian idénticamente; ambas letras pues representan en esa lengua el mismo sonido,  y por lo tanto el mismo fonema. Por otra parte, en Madrid se ha perdido además la diferencia entre la 'll' y la 'y' consonántica, las cuales se pronuncian también idénticamente; ambas letras pues representan el mismo sonido,  y por lo tanto el mismo fonema, pero en Madrid. No obstante se conservan en el conjunto del ámbito de esa lengua, ambas formas escritas. Así se oyen en Burgos, Salamanca y otras zonas.

Así se produce la paradoja de que cuando hablan un madrileño y un burgalés cada uno emplea un repertorio distinto de fonemas: el primero no distingue entre la 'll' y la 'y', para él los mismos sonido y fonema, mientras que el burgalés distingue entre ambos sonidos, que son por lo tanto fonemas diferentes para él. Al  transcribir fonológicamente  las palabras 'vaya' y 'valla', el burgalés empleará símbolos diferentes y el madrileño no.

Pasando a lenguas semíticas comprobamos que los sonidos transcritos en árabe como 'd' y 'e', llamadas dal y dhal , son en esa lengua fonemas diferentes y por tanto letras diferentes: hay palabras árabes escritas idénticamente excepto por esas dos letras citadas, como el propio nombre de ambas letras, o bien la pareja de palabras MfGeGŠ / [hadar] y MfG5/ [hadhar], con todos los sonidos idénticos excepto las dos letras en cuestión, las cuales tienen significado diferente al cambiar una por otra: están pues en oposición, y son por lo tanto dos fonemas diferentes en árabe.

Sin embargo, en hebreo los Jd y d, parecidos a los anteriores, nunca aparecen en igual posición en dos palabras cuyos otros sonidos sí sean iguales: en efecto el punto que marca la oclusión solo aparece a principio de palabra, y nunca en medio (pues si lo hace es el dagesh forte, y significa en ese caso geminación de la consonante). Los sonidos citados corresponden pues a dos alófonos de la misma letra y fonema, que se escribe o no con el punto diacrítico de función exclusivamente fonética.

Si nos remontamos algo en el tiempo, en el fenicio, con veintidós grafemas, se supone que ocurría también esto Último. En ugarítico, tenemos dos situaciones: treinta signos hacía el siglo XIV y solo veintidós hacia el siglo XII --si aceptamos una de las hipótesis existentes sobre esta divergencia. Desaparecieron, pues, letras, lo que indicaría que desaparecieron fonemas --si aceptamos que los escribas primitivos eligieron un número mínimo de grafemas para representar todas las palabras de la lengua, lo que habría que probar primeramente, (en concreto la presencia de tres alif, >a,=u, >i,  arroja alguna duda al respecto).

Alternativamente, cabe la posibilidad que dichos escribas transcribieran todos los sonidos de esa lengua al inventar el alfabeto (o alifato); pero después el uso de la escritura pudo mostrar que no todos eran indispensables, que no era un número mínimo de signos para representar la lengua hablada: que no era en fin el conjunto de fonemas del ugarítico sino que algunos de ellos eran alófonos del mismo fonema, como ocurriría después en fenicio o en hebreo (k versus kh). En esta suposición pues se reduciría el número de signos desde treinta a veintidós.

    En los párrafos anteriores, hemos hablado exclusivamente de fonemas de tipo tímbrico,  consonantes y vocales, pero hay que añadir a estos, otros fonemas del tipo suprasegmental: es decir, calidades, rasgos que afectan a las realizaciones sonoras de los fonemas anteriores, modificándolas.

Si estas modificaciones llegan a cambiar los significados de los vocablos de una lengua, entonces pasan también a constituir nuevos fonemas, no ya tímbricos en este caso. Nos referimos especialmente a la cantidad y al acento cuya presencia, según la lengua específica, puede originar nuevas oposiciones de significado.  En griego antiguo disponemos de omega y omicron, dos letras y fonemas que difieren, por lo que sabemos, solamente en la cantidad,  larga y breve respectivamente. En las lenguas semíticas coexisten también vocales largas y cortas, las cuales, aunque no escritas las segundas, no dejen de ser por ello diferentes [1]. Por lo tanto podemos aceptar que la cantidad es un fonema más en estas lenguas; alternativamente podemos aceptar la existencia de fonemas vocálicos largos y cortos. Nos referiremos al acento en el párrafo siguiente.

Como fenómeno adicional, frecuente en la historia de la escritura, sucede que una lengua hablada adopta para su escritura signos de otra, con fonética distinta en parte. Entonces, o bien se adoptan signos, letras de la segunda iguales a los de la primera, eligiendo uno de sonido cercano, o bien se modifica el signo con un diacrítico, bien porque el sonido del signo en la lengua original es demasiado diferente del de la nueva, bien porque ya se ha usado ese signo para otro. Todo esto ocurrió al adoptar la escritura árabe para transliterar el persa y, a partir de este,  el turco, y, ya modernamente -1925‒ en un hecho sólo posible en un régimen potente, el paso del turco en escritura arábiga a grafemas occidentales, con diacríticos. Una de las teorías que justifican el alfabeto ugarítico de 30 signos atribuye los últimos a la necesidad de representar sonidos de la lengua hurrita, no semítica.

Creemos que estas complejas relaciones, de tipo fonológico, fonético y gráfico, se dieron en  esa lingüísticamente riquísima zona que sirvió de contexto geográfico y cultural a Ugarit.

 

hemos vuelto al tema en Fonemas otra vez.

 


[1] Corriente (1992:32), Segert (1984:32)


Vuelta al Principio     Última actualización:  viernes, 11 de noviembre de 2016   Visitantes: contador de visitas