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Seis escenas: Baraja

Para nuestras Siete escenas cumbres de Nuestro Teatro Clásico. Un montaje

 
[Acto I, Escena V]

27  Rey de copas

 [SALE ML]


DP. Mi sombra es ella. No sé quién
es ella; pero siempre
es ella. Es una cada vez;
pero todas son la misma;
y no. María, ¿fuiste tú
la una? Sí, quisiste.
Tan chica como almendra, y tal
simiente de poderío.
Sabiéndolo todo sin saber.
Me tomaste de tu manita
allá, saliendo de Gijón,
un día de mis días
que entraba en turbia juventud,
y ya no me soltabas.
Las otras... Se amustió por tí
dama Blanca con sus lises,
reina la que Dios me dió
y el mundo; y por dos noches
que pasé con ella, ardiste tú
como cielo en el Juício;
288 no la vi ya más; y por tu amor
me gané el rencor de Francia
y aun de Aragón y Portugal:
me puse ei mundo en contra
por tí, tirana mía, flor
de veneno lento, dulce.
Ah, pero también la muerte a tí

2 8

te ganó: por fin me fuiste
infiel: te fuiste tú de mí.
¡Ya no hay doña María!
Suelto me dejó. Si el que solió
es el mismo que era el suyo...
Pero ¿qué?: aquí anda uno, un rey
de la tierra y de sí mismo:
ya no le tengo que esconder
el placer de con las otras,
rayo de deliquio, miel cruel,
doña Aldonza, doña Juana,
que las sientes que, doliéndose
de tu fuerza, haciéndose ellas
tontas al engaño, de ellas va en
el engaño y en la fuerza
manando un zumo de verdad
de pasión y lento arrobo,
300 que las vence, y en su entrega a tí
te arrebata a la honda gloria
que nunca supo el gran amor. ¡ Ssch!
No lo sepas tú, María.
No. Muerto está el amor: ¡salud! [BRINDA BEBE.] Que muera y calle. Ahora
vive la mujer sin nombre: vive
el amor desconocido
de mi sombra.—Oye? Siento ahí
repique de chapines.


[ENTRA DOÑA TODA.]

Héla ahí la hembra.
DT. Noble rey,
a vuestro mandamiento.— ¿Calláis? ¿Os debo preguntar
a qué me requeríais?.—

Agustín García Calvo

As de de copas 29

¿No me habláis? Enojo habéis quizá
de que no conmigo traiga
a mi niña; pero estaba ya
durmiendo a vuestra orden:
pide sueño, rey, la tierna edad,
y más en tiempos turbios.— ¿Calláis aún? —Ah, si seguís
mirándome en tal ahínco,
con vuestra venia, ya, señor
me retiro.
DP. ¡Quieta! Debo
lo que he de tomar mirarlo bien:
puede estar envenenado.
DT. Señor, ultrajes...
DP. ¡Quieta! Así,
la fría mano presa:
corazón caliente —dicen-—: ¿dónde
os hierve a vos la sangre?
Seguid hablando, si queréis
(la voz me enciende: oigo
palabras no, la pura voz),
en tanto que os miro.
DT. ¡De gracia! ¿Qué veréis, señor,
en una vieja?
DE Veo
temblar en sus ojos el amor.
DT. ¿El amor?
DP. O el miedo al menos del amor.
DT. No, no.
DP. Y dejad también que os huela.

DT. ¡ Mi vergüenza!:

30

vine a la carrera: sentiréis
huelgo de sudor.

                      Di Aroma

de rosa en celo.

DT. ¡Ah rey, no más!,
dejadme algún respiro.
DP. ¿Se os encabrita el corazón?
Pulsémoslo.
DT. Rey alto,
d gracia, os ruego, no queráis
revolcarme en burla, en brasas,
324 abusar de vuestro gran poder.
Mi señor hace ya tanto
que hubo de partir y me dejar
aquí sola...
DP. Y ya sentía,
la falta.
DT. ¡Ah, rey! No quiero, no,
serle desleal, no quiero.
DP. Tu “señor”, tu “no”, tu falsa voz
son látigos que me istigan
a tu centro, a ver qué dices tú
por lo bajo.
DT. Ah no, dejadla
mi saya, no me descubráis.
No queráis de nuevo ahora
revolver cenizas de pasión
(ah, tened, señor, la mano),
que ya el olvido y ya la edad,
mi rey, y la desgracia
me apagaron. No sigáis. Amor,
tan tarde para tus luchas...
DP. Habláis de sobra. Bien, y ¿qué?:

Agustín García Calvo

Rey de copas 31

si os dejo en paz ahora, a cambio me querríais dar
vuestra linda hija?

DT. Eso... ¡eso no!
DP. ¡Qué grito! Ya se ve:
                       no queréis perderos esto:
336 no llega la generosidad RISOTADASI
                     del amor materno a tanto.
Y entonces, doña Toda, ¿qué?:
                  por salvar a vuestra hija
de mi cetro, a cambio ya tal vez
me os daréis vos misma.
DT. ¡Sí, yo! Yo misma. Haced de mí...
¡Qué más da!: yo no soy nada.
DP. Las dos entonces. A la par  las dos: así se cura
úlcera con haga, así niñez  con vejez y viceversa. [RISO1ADAS]
DT. ¿Ríes? Te aborrezco, infame rey.  

                                           DP. Chut, quedito, puta, quedo.
DT. Me matas, rey verdugo, tú.  DP. Cuanto más te me sacudes...
DT. Ah fiera, ah loco tú león.
DP más me das ci hombro, el cuello.
DT. Ah sí, león loco, muérdeme.
DP. Más hondo hiere el beso.
DT. Mátame, rey mío, acaba ya. [SUENA TUBA (;RAVL.I DP. Sí. puta, a tí y tu niña.
Pero ahora no: sonó la voz
del bronce que me reclama:
348 me tengo que vestir de rey
de espadas:

32 A,gustín García Calvo
 

lo primero, amor, a defender
a tu rey. Si salgo vivo,
después, para las dos, me ves-
tiré de rey de bastos. IRISO’I’ADA]
Ahora aquí en manos de Dios
os dejo, doña Toda,
por más que sé que preferís
las mías. Pero paciencia:
esperad mi cita, y preparad
como madre a vuestra hija.
DT. Mostro sin nombre, escupo así
mi furia y vuestro ultraje.
DP. Escupís con gracia. En fin, quedad
con Dios y con la Virgen;
y rezad por mí también: rezad,
por ejemplo, por que me maten
y os libren de mi amor; o bien
rezad por que no me maten:
depende de lo hondo que
recéis y con qué boca.

[SALE CON RISOTADAS, Mientras ELLA VUELVE A ESCUPIR Y SALE POR OTRO
LADO.] [GIRO DE LA ESCENA, MIENTRAS EMPIEZA A SONAR LA MÚSICA.]

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47

I)ona ‘loja, QUE VIENE A l)l.1ANTERA 1)CI lA. A LLAMAR (,( )MO A
LA Al C( BA 1)1. Gcrtridk- ¡‘RAE CAMISA l)E D( )RMIR Y 1 ( QI [1 LA NEGRA.
 

DT. ¡Trudita! Sal, mi niña; ven aquí conmigo.
SAI E Gcrrridk, ¡ AMBlEN EN CAMISA 1)1’. NOCI ¡E, DESPEREZANI)( )SE.

48 Agustín Garcia Calvo

528 ¿Dormías?
G. Dormiría, porque no me acuerdo
de nada.—Es gallos lo que suena?—Se me abre (perdón) la boca, madre.
DT. Venturosa edad,
que tiene de ella tan enamorado al sueño
que a abrazarla viene en todo sitio, a toda hora. En medio del estallido de la zarabanda
de los infiernos, dulce Trudis, tú dormías.
G. ¿Qué infiernos, madre?—Estáis más lívida de ojeras. ¿O es porque estáis más pálida de cara?—Y bueno, ¿a qué me hacéis alzar en medio de la noche?
DT. Ten, échate a los hombros la toquilla.—Eso.-— Y ven subiendo a las almenas.
G. ¿A las almenas?
540 ¿A qué? (VAN SUBIENDO, MIENIRAS HABLAN, POR UNA ESCALERA VI SIBLL AL CORREDOR DL LAS ALMINAS, QUE DEBE PROLONGARSE POR 1,0 AIJO DL LA DELANTLRA DL ES( UNA, 1)1. MODO QIJIZ, AL ASOMARSI: El LAS Al, CAMPO, QIJEDEN DL CARA AL PUBlICO.]
DT. Al menos, sabes de este falso rey
que ha caído en nuestro techo como gavilán
rabioso de su herida.
G. ¿De don Pedro? Sí:
lo ví esta tarde. Pecas junto a la nariz
tenía, y talle erguido.
DT. No sé cómo osaste
alzar los ojos a ese mostro.
DT. Sabes que por él
hubo de pasar tu padre allá Aragón afuera.

Rey de cspada. 49
 

G. Es lo mismo. Bien, y ahora...

DT. Ahora dicen que en la noche va a estallar
 

DT. ¿Qué dices? No sé si eres tonta o si es que sabes más de lo que debes.
G. Es lo mismo. Bien, y ahora... DT. Ahora dicen que en la noche va a estallar
552 la tormenta que despeje nuestro cielo.

¿de truenos y relámpagos?

G. ¿Sí?:

DT. De caballos y de espadas: esta noche es la batalla en donde se juegan la corona: viene contra él la hueste fiel de don Enrique, el verdadero rey de Castilla.

G. Madre, ¿cómo puede haber reyes verdaderos? ¿No son todos como tallas de santos? ¿Son de carne y hueso? De pequeña pensaba yo que el Rey tenía que tener la carne de oro.
DT. ¡Plega a Dios que en la refriega
perezca y veas cómo sangra como un puerco! G. ¡Qué fiera, madre! ¿Así le odiáis? O ¿no le odiáis
564 un poco demasiado? lITAN IÁJ,( ADO ARRIBA ANTE LAS AlMENAS]
DT. Entérate, Gertrudis:
sábete que en esta liza no se juega sólo
la corona de Castilla, sino nuestras vidas.
G. ¿Nos va a matar, don Pedro?
DT. Ah, peor que eso.
G. No sé qué pueda ser peor: las otras cosas son sólo heridas: sangras, pero sigues viva.
DT. Ah necia, que parece que en tus tonterías el Diablo habla.
G. Líbreme el Angel de mi Guarda. DT. Cállate ya; y ven: por estas aspilleras
asómate a mi lado.—Mira a aquella raya.

50

G. Ah, menos mal que ahora 576 se salió la luna de las nubes. Ya los veo:
¿qué son?: ¿pastor y ovejas?
DT. Hombres, niña, hombres

y en armas.

G. Ah: de aquí tan alto... Ya, ya veo algunos que les relumbra la coraza; y puntas de lanzas. Hay caballos.
I)T. Estos de aquí cerca son tropa que ha sacado el falso rey delante del castillo a la defensa. ¿Ves a la derecha los perros moros que le mandara el de Granada en ayuda?

G. Sí: ¡qué lindos! Como estrellitas brillan las puntas de los yelmos.—Y a este lado —mira-— lo veo al frente de la batalla (se le conoce
-—?verdad?— en que alza espada en alto, y le da la luna) 588 a don Pedro.

DT. ¡Puaf! Escupe el nombre.

G. ¿Para qué?:

no va a llegarle.
DT. Ah, mira, mira allá a lo lejos:
¿no ves que bajan de los cerros sobre el río al trote un az de caballeros y de peones?
G. ¿Que son los otros?

DT. Son los nuestros y vengadores. Vislumbro los pendones: en el astil del uno brilla la venera del maestre de Santiago;
en el otro, en plata, flor de lises de los franceses que a don Enrique ayudan.

50 Agustín García Calvo

G. No veo más que bultos.
DT. Deja que se te hagan
los ojos a la sombra.

Rey de espadas 51

G. Calla: ¿no resuenan
tambores? ¿O es retumbo de caballos?
Di’. ¡ Pronto!
Ya están cruzando el río, a pillar de flanco a éste que Dios maldiga.
G. En eso, madre, habéis contado
600 demasiado aprisa: están parados sobre el ribazo;
y además por esta orilla (?no los ves, ahora,
que avanzan río adentro?) hay otros que les estorban
de cruzar con ballesteros: relampaguean Flechas
por sobre el agua.

DT. Ah, los malditos: ésos deben de ser los que a lo último le han venido ahora con el engreído del Ferrant Alonso.
G. ¿Es ése
que ha entrado con el caballo a medio río?

quien sea, ¡que lo acribillen!

DT. Sea

(. ¿Lo acribillan? Pues...
Pues no. Y no, no pasan, madre: es muy breñoso aquel ribazo; y barricada está la puente. Parece que la función se nos va a quedar colgada
612 en el aire.
DT. ¡No lo hagas, Virgen de las Angustias!—
Ah, no: eh, mira allá a la diestra, que ya quiere
clarear: ¿los ves viniendo en tromba hacia esta banda?
(. ¿Qu( son?
DT. Ese es el propio don Enrique rey (¿no ves la enseña grana?) con sus principales, que ha venido rodeando por el vado, y caen sobre nuestra peste.
(. Sí: ya llegan a los ejidos. ¡ Qué prisa traen! ¡ Qué polvareda! No vendrán

52   Agustin García Calvo

sin aliento para entrar en liza?

DT. Ya se paran

en lo llano, y forman sus batallas.

G. Más les vale:
que, para atacar acá a lo alto a don... a nuestro tormento, malo lo tenían.
DT. Ya se cuadran
624 en az las huestes. De ese canto las distingo
las enseñas de Aragón, que al Conde dan amparo.
G. ¿Quién sabe, madre —pienso——, si no andará con ellos mi padre?
DT. Dios lo sabe. ¡Así lo hiciera Dios,
y que por su brazo recobrase su castillo!
G. Pero ahora ¿qué?: si el Rey, el falso, no desciende del repecho a hacerles frente, no hay pelea.
DT. Espera.
¡Así le tiente a bajar a ciar la cara el Diablo! c;. Sería el diablo de la mala valentía,
que dice Fray Remondo: ése que nos tienta
a vencer el casto miedo que nos guarda.
DT. Calla,
vaniloca.—Y no: tampoco puede estarse mucho 636 esperando ahí, que fuercen los del río el paso
y se le echen a este flanco encima—Ah, ya mueve, ya va: ¿lo ves?
G. Lo veo: van corriendo todos en az la cuesta abajo. Son como una ola
de viento en los trigales.

estréllese esa ola!

DT. ¡ Contra roca brava

G. Mira: allá a la diestra la caballería de los moros se adelanta
alzando enseñas verdes en alarido.

      

 

Rey de espadas  53

DT. Pronto
quebrarán esos relinchos.—Mira cómo cierran las filas de don Enrique.
G. Acá en mitad del polvo
está el Rey falso (veis?: relumbra como una plata) remolineando espada en alto, a que se junten
648 los suyos como en piña.
DT. Poco va a valerle:
ahí ves a los de Aragón, que ya los desbaratan
a los moros. Mira cómo caen rodando a tierra
cinchas y rodelas.
G. Y cabezas con turbantes:
como bolos en la cra.—Pero regar la yerba
de sangre... ¿Entiendes, madre, tú por qué los hombres
juegan a tal juego?
DT. Bah: están hechos para eso.
G. No creo—Pero mira: en tanto, aquí a la izquierda se arroja tu rey malo con la hueste en punta contra la del bueno.
DT. ¡Loco! A la desesperada.—

¡Atrás! Ya lo rechazan.

de hombres.

G. Ya su az clarea

DT. Y como se descuide, me lo cercan,
660 que ya veo que dei río empiezan los franceses
a pasar para esta orilla.
G. Está vencido: ¿no?—
Escucha: ya ha mudado ci son de sus añafiles:
es como una queja. Y ya se vienen recogiendo
los que quedan por la cuesta arriba.
DT. ¡El hideputa!
No lo han matado.

C. No: de espaldas va viniendo,

54 Ague/n Garcia (a/va

reculando paso a paso, como el jabalí
acosado de los canes. Con la flechería
mantiene a raya a los de abajo—Ya remontan el repecho del castillo.
DT. Acá otra vez nos viene,
a meterse en mi guarida. ¡Ah, si yo pudiera
mandar a plomo que cerrasen estas puertas!
672 (. ¿No oís?: las guardias corren voz de abrirlas. Suben arqueros a las almenas a guardarle entrada.— Ya se siente —pienso— chirriar de goznes.
DT. Vuelve.
Viene a nosotras. Vamos, bija mía.
G. ¿Adónde?
DT. Adentro. A lo más hondo. Donde no nos vea la luz aciaga de este día.
G. ¿Tenéis ITuedo
que se vcngue sobre nosotras con la rabia?
DT. Miedo
de lo que ni sabes. Ven, y enciérrate conmigo en ci cuarto de la torre; y si llama por nosotras...
(. No ie respondemos.
DT siempre está allí la ventana.
G. Demasiado alto, mad re.
DT. Corre: ya está entrando.
5 \ll,N E ScE RRILNDOSI POR E ( ()RR[ 1)OR 1)!. lAS AlMENAS. SI Al liS II RAS
E BEl ¡ O Y SI, ABREN lAS PI E Rl SS. Nl RA Don I’ndni S1(l iDO 1)1, Mi Rodrignei Y
Al ( E NOS ( DROS. ]

101

IAPARL(;E EL O. SEGUIDO DE (;ertrudis Y Doña Toda 1
 

G. Con permiso de su alteza.

lo que mandásteis.

DP. Adelante.

DP. Bien, ya puedes irte a tu puesto.

Rey de bastos

101

G. Os traigo aquí
DP. ¡Ah! Veamos.—
Algo pálidas están.— Buenos días.
MR. Non vos pagan
voz con voz.
DP. ¡ Si la mudez
es lo que mejor les sienta!
G. Hubo, señor, que andar un tris firmes con ellas: de que entramos,
amenazaban de se tirar
por el ventano de la torre.
MR. Harto sublime vuelo, ay,
para tal mundo.
G. El de esperar
orden vuestra, rey. ISALT. EL O.!
DP. Mis damas
dos... Sentáos por ahí,
damas: soy con vos al punto.—
¿No? Pues bien, quedad en pie.— Ea, acelera, Mendo. Creo que

102

todo está dispuesto ya.
1428 Esta noche.
MR. Al caer la noche,
vos vendré a buscar aquí
con los avíos convenidos.
DP. Pues entonces...
MR. Sí. Con Dios.
DP. El del amor —dirás.
MR. El mismo.—
Ved, señor, que no cansáis
en demasía, que hay camino.
DP. Estas lides, Mendo, son
de las de no cansarse nunca.
MR. Sea así como pensáis.
[SALL MR 1
DP. Dehéisme disculpar,
mis amores, que así os reciba
(recién salir del sueño)
a medio vestir; mejor dicho,
a medio desnudar:
demasiado de velos cubiertas
estáis vosotras dos,
madamita y madama. ¿Qué digo?:
mujer; y tú, y tú.
¿No queréis regalar a los aires
vuestra hermosura? ¿No?
Os confieso que tanto deseo
habéis sembrado en mí
que con pena contengo mis manos de se arrojar sin más
a tentar esa masa que late
debajo—Así—Y así.—
Pero quiero también que la tarde

102 Auein Garcia Calvo

1440

Rey de bastos   103

tan larga y dulce sea
que dure, sin prisa, la vida.— ¿No tienes nombre?
G. Yo...
DP. Tú ¿qué, maravilla?
DT. ¡Tú calla!
DP. Ah doña Toda, ya
veo vuestro manejo: en oyendo
que la mudez me tienta,
tentarme queredes.—Pues bien:
no tienes nombre. Al fin
todo nombre sería un ultraje
para esa fresca piel
y esos ojos que llenan de alas
mi triste corazón.
¿Cómo haremos tú y yo, que tu madre
olvide que lo es?
¿Se lo quieres pedir en mi nombre?
G. ¿Yo?
DE Tú.
G. No sé si...
DP. Sí
G. Ea, madre, olvidáos un poco:
¿que vais a adelantar?:
él nos tiene a merced: tiene hombres...
Que seas mi hija té
sí que voy a olvidarlo, raposa.
Por su boquita habló
la razón, mi señora. Podría
haceros desnudar
por mis hombres en pública honta.
Mas ¿para qué?: si yo
lo que quiero, mujer, es sentirte

1452

DT.
DP.

104  

ceder, ceder; no.-a mí:
a la propia pasión de tus venas, que en tu dejarte está SE TAPA LOS otuos DI.]
tu poder, el poder que me vence. ¿No lo queréis oír?
Maltratáis tan lindas orejas.—

Tú ¿sí me oyes?

G. Sí,

porque yo, como niña, no entiendo. DP. Tu astucia es tu verdad,
cándida diablesa. Esa boca
merece un beso.

DT. ¡No

a mis ojos!
DP. Volvedios de lado.—

¡Ah amor! ¡Supiera yo lo que sientes!

G. Sabéis una pizca

a sueño. No está mal.
DT. ¡Mala pécora!
DE Hija de puta
llamadla ya mejor.
Pero ¡basta palabras! ¡Avance la obra del amor!
Desnudáos, señora.—Ea, ea:
tenéis, para ceder
y dejaros, el alto y decente
pretesto (más queréis?)
de mi fuerza real: a la fuerza non es pecado.
DT. ¡No!
DE ¡Obedece!, no quieras que haga un punto más real

Ayinimn Garcia Galvo

104
1464

Rey de bastos  105

el pretesto.
DT. No, no.

G. Ea, madre,

non vos queráis hacer
una mártir: no sois para el caso.

DT. No hables!

DP. Es quizá
que no fía en que sean de verse

sus gracias.

G. Eso no:
os lo digo, señor, que en el baño

la asisto alguna vez.
DP. Por ahí, angelita, aparece la solución mejor:

serás tú la que nos la desnudes.
G. Si lo mandáis...
DT. ¡Ah no!
Quita allá.
DP. ¡No más! ¡Acabado!
y fuera ya el disfraz
de la madre y de la doña Toda:
con el vestido irá
al carajo la farsa. Quedáis
mujer, como os crió
la tierra.—Adelante.-—-Del todo.
G. ¡Qué hermosa es!: ¿verdad?
DP. Tan hermosa que apenas se atreve la mano a confirmar
lo que dicen los ojos.—Y tiembla. Mas no es de frío: está
del jardín primavera alentando.
G. Está llorando.
DP. Sí:

1476

Aguvtín Garcia Calvo

106


déjala que se llore: rocío
que bañará su flor.—
Pero ahora tú, niña. Te debe
tu madre a tí el favor.—
Tú ¡desnuda a tu niña!
DT. ¡De gracia,
rey fiero!, a ella no:
me tenéis hundida en el lodo:
dejadla ya por mí.
DE ¿Me resistes aún? O ¿son celos?
G. Bah, bah, ¿a qué tal revuelo?:
en un tris me lo hago yo misma.— Y

está.
DT. ¡Mi niña!

DP. No:

es la niña de amor y de nadie. ¿La ves?: es otra tú.—
¡ Cómo leen mis dedos de ciego
mensaje en esta red
de sus venas los brazos arriba! Y ¡ cómo el corazón
bajo el brote del pecho reciente batiendo está al umbral
del Edén ! .—Mis amores, estamos como Eva con Adán
en aquel paraíso, que es este jardín que, sin saber,
para hoy vuestra mano regaba. Que Eva sea dos,
¿qué mejor?: confundidas edades, olvido de la edad.
DT. ¡Ah serpiente varón, ah demonio que así se enrosca en mí

106
1488

no yo; que en esto yo
no mando, amor: es lo solo en donde no soy rey.

107

y me ciñe la piel de locura!
G. Tan frío no: son dos
cachorrillos sin madre sus manos hambrientos.—Manos, no
os canséis toda yo de medirme
del cuello hasta ios pies.
DP. Para siempre de manos y lengua iría sin cansar
retrepando esos tallos de savia
de miel y de temblor;
sólo que —ya lo veis— cie mi parte retoño breve habéis
levantado del árbol de vida,
que pide ya cumplir
la misión y servicio que debe.
DT. ¡Ah vara de mi ley,
cetro fiero de mi tiranía!
G. Eso ¿lo he hecho yo,
a mitad por lo menos?
DP. Tú y tú:

Rey de bastos
1500
1512

Os doy gracias por ello; ello ansía rendiros ci honor
que de igual merecéis una y otra. Pero, ay, que él sólo es
uno, uno, y así se condena a duda y sucesión
temporal: ¿por cuál de las dos debe empezar?
(;. Edad,

dignidad y gobierno y las ansias

108

que la retuercen ya
la señalan a ella.
DP. Sí, ella;
mas tú loquilla, ven,
que tus muslos le den almohada a su cabeza—Así:
que los tenga a la par a mis besos sus labios y de tí
esa boca feliz que no habla.— DT. ¡Ven, bestia todo y rey!,
¡más todo y en mí, más que todo!—
G. ¿Qué es esto que me va
como ola del hondo a los ojos
subiendo? No: tú no
eres tú: eres labios y lengua:
cres cualquiera tú:
eres vida.—
DT. Me muero, mc muero.
DP. Sí, mucre, y muere más
y mil veces.
DT. Mil veces me muero.
DE ¡Ah, basta, basta!: no,
no me quieras tragar a tu abismo.
DT. ¡No! ¡Ven! ¿Adónde vas?
DP. No se puede olvidar a tu niña.
DT. ¡Ah no!: a ella no:
si ni sabe...
G. Rocío de gloria
me va... ¿Qué hacéis de mí?
DT. ¡Piedad! Si ya pierde el sentido.
DP. ¡Si no volviera en sí!
Que repose esta loca cabeza
entre esa fiera flor

Agustín García Calvo

108
1524

Rey de bavtos 109

y esos vahos de vuestro regazo.
DT. ¡Mi niña tú! ¡Tus ojos!
DP. Recíbeme en tí, ya te entro.
G. ¿En mí? ¿Quién eres tú?
No te siento: no soy lo que siento.
DT. ¡Ah, hinca, hinca, sí,
sin piedad, hinca en ella hasta el hondo!
G. ¡Ay! No eres nadie, no:
eres todos, tú, tú: cres nadie.
DP. ¡Ah! No soy nadie, no;
ya me pierdo en ti; no soy nadie.
1 LSPASMO (X)N RtJG1DO DE l)m Pdro.—1ARGO SILLNCIO. MUSI(A LEVE. ANO (.1 IL( E POR LA VENTANA ¡ML JARDIN.. LLAMA MR. A 1 A PUIRTA.1

 

 

 


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