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Complejidad de compás y ritmo en poesía y música (incluido en Conversaciones con Félix Sierra)

Podemos considerar el compás como un continente del ritmo, un continente cuya estructura entraña ya un carácter en función del número de sus partes y del número de subpartes, siempre iguales que llamaremos tempus primus o chromos protos, percusiones de un batido regular que llamamos motor.  A cada percusión de este motor le llamamos, pues, unidad temporal

Nos explicamos. Concebimos un compás de nueve por ocho, compuesto de tres partes, cada una de las cuales contiene tres unidades representadas por tres corcheas. El compás, pues, contiene  nueve unidades y tres partes iguales de tres unidades cada una.

.Alternativamente, podemos considerar 4 partes, tres de dos unidades y una de tres, sumando igualmente 9 unidades. En este momento coja un tambor y toque ambos compases tal cual y después improvise sobre ellos.

Se tocan los tambores.

Realizada la experiencia se aprecian las siguientes percepciones:

1. El compás subdividido por igual es más fácil de tocar que el subdividido diferente..

2. Esto es cierto, a condición de que a ambos compases se les dote de una estructura, es decir, de una diferenciación o marca de algunas unidades que los subdividan..

3. Las partes no deben ser ni muy numerosas ni muy poco numerosas. Las unidades en cada parte no pueden ser ni muy numerosas ni muy poco numerosas.

4. La complejidad no debe ser ni grande ni pequeña, para que el verso sea satisfactoria. El problema ahora es calcular esa complejidad. Pero recordemos (desarrollaremos todo esto) que Sonatina, heptasílabos en alejandrino va bien con compás de 8 y banal con el de 9.. Endecasílabo va bien en compás de 12. En 14 se hace difícil, en 16 algo banal.

Esto nos proporciona los compases habituales, fruto de la práctica milenaria.

El compás aceptable (y algo de esto decía el director García Asensio) tiene entre dos y cuatro partes y una parte tiene entre dos y cuatro unidades de motor.

Es decir, el compás se concibe (se piensa, se comprende, se toca y se oye) como un árbol cuyo tronco es el compás, las primeras ramas son las partes y las segundas ramas son las unidades.

Este es el compás que se concibe como unidad. Uno más largo en partes o en unidades pierde su concepción unitaria y se convierte en un ciclo rítmico si contiene muchas partes o en un compás subdividido, es decir, un compás normal en el que las unidades se han subdividido en subunidades: se tenderá, entonces, a crear algún tipo de división  en subpartes de esas partes iniciales (caso de un compás con 24 unidades que deberemos agrupar en tres partes de ocho unidades, pero esas unidades estarán agrupadas en dos grupos de cuatro, es decir, que limitamos el número de ramitas en un nudo, a dos, rechazando las ocho).

Este árbol, así introducido, crece, a su vez, hacia abajo, es decir, estos compases, a su vez, forman grupos poco numerosos, creando unidades rítmicas más grandes, que son los continentes de las frases musicales que llamamos, periodos, frases, etc.

Es decir, toda rítmica del compás, llamémosla así, crece hacia arriba y hacia abajo mediante nudos con un pequeño número de ramas, hasta llegar a la obra completa (una visión grandiosa).

 


Vuelta al Principio   Última actualización: Thursday, 21 de February de 2013   Visitantes: contador de visitas