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Moverse al cantar  
(perteneciente a Canto Coral)
 
Me ha surgido últimamente este asunto de manera inconfortable: dos co-coreutas se me han quejado de mis movimientos. Tras aclarar y conversar expongo mi opinión.
 
Desde luego el batir el tempo con el pie es inaceptable para los demás. En su lugar puede hacerse, pero sin golpear, basta con oscilar el talón sobre la punta fija. Sobre el el suelo o incluso sobre el otro como soporte.
 
Con las manos, es posible también hacerlo de manera poco perceptible: sosteniendo la partitura con la mano izquierda abierta, la derecha queda a la derecha, pulgar encima y los otros cuatro dedos debajo. Son éstos los que pueden batir el tempo.
 
Otro detalle importante tiene que ver con los sonidos que se emiten a baja intensidad para preparar la nota. Son perceptibles y molestos. A evitar. Hay que oír la nota en la mente, sin emitirla.
 
Lo anterior alude al tempo y compás, y a la interacción del coreuta con sus compañeros. Pero los movimientos expresivos, los que inauguran, marcan, condicen y acaban las frases (de silencio a silencio, habitualmente) son irrenunciables. Son la motricidad inherente al sonido y a la expresión humana. Preceden y dan a luz a ese sonido.
 
Pueden ser amplios en el solista, y menos en el corista, pero han de estar ahí, so pena de matar, o al menos enanizar, la música y el músico. En un extremo represor, pueden limitarse a un tremor interno, pero, repetimos, deben estar ahí. Recordemos esos pequeños coros que se mueven en música italiana de manera casi teatral. Por ahí hay una corriente muy valiosa de recuperación de la música como parte de la vida, no fuera de ella.
 
 

Vuelta al Principio    Última actualización: domingo, 01 de noviembre de 2015    Visitantes: contador de visitas