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Captar y hacer el tempo (perteneciente a Canto Coral)

Parece mentira que tengamos problemas en ese aspecto. Pero unas agrias palabras de un director nos traen, de golpe, a la realidad. No captamos bien el tempo del coro y, al contrario, mantenemos stubbornly el de la interpretación con la que hemos preparado la pieza. Esto nos ocurría con el contrapunto renacentista de Guerrero. Las entradas no simultáneas de cada voz parece que borran los límites antes claros de cada compás y el cantor ingenuo no sabe ya en que parte (o fracción) se encuentra.

El mirar al director debería solucionar el problema. Pero otro problema, el mirar fijo a la partitura (que no sabemos de memoria) nos impide hacerlo. Resultado: el descrito antes.

Cuanto más lento, peor. Hay que sujetarse, tomarse uno el tiempo de separar frases y articular despacio, sobre todo en las notas breves, que 'nos invitan' a hacerlas más rápidamente que su rapidez correcta, su figura. Hay que frenarse en esas corcheas repetidas, las cuales, por 'rápidas' se aceleran en exceso.

El oír las demás voces, siempre necesario para harmonizar con ellas, es también relevante en este caso: sus cambios y notas repentinas nos confirman o no que estamos o no en el batir del tempo con ellas. Y más si cambian la harmonía.

De hecho, salvo la indicación del director, son las entradas sucesivas de las voces las que marcan efectivamente el tempo, ya que la duración de una nota la limita y mide la siguiente, como descubríamos en un escrito antiguo. Por ello es esencial oírlas. Además el tempo se va haciendo paso a paso, con variaciones lentas en forma de expresión, o repentinas en forma de pausa o cesura. Por lo tanto enfatizamos la necesidad de percibir ese tempo no regular, local, ligado al momento.

Y si es la nuestra la primera o segunda voz que comienza, pues nada, mirar al director que es quien marca, en último caso, el tempo. Y esa precaución hay que repetirla especialmente en nuestras entradas tras un silencio. Con la incógnita siempre de que el director puede 'dárnosla' o no, según esté de ocupado. O sea, hay que esperar su entrada, pero, simultáneamente, saber cuando es y hacerla aunque no nos la 'dé'. Confianza, pues, pero relativa.

De todas formas (y aquí nos defendemos algo) siempre hay una imprecisión y ajuste necesario en los comienzos de parte o fragmento, sobre todo si se cambia el tempo. Por ello los músicos de jazz marcan antes de la pieza: 'one...two...three..four..' y arrancan al galope todos juntos.

Por todo ello ¡atentos a los principios! ¡mirar y mirar!

Recordamos además De como medir en silencio.

 


Vuelta al Principio     Última actualización: jueves, 17 de marzo de 2016    Visitantes:contador de visitas