Contar una historia

Voy a contarte una historia que me pasó en las Islas de San Blas, con los indios Cuna.

Estas islas  pertenecen a Panamá, y quedan en su costa atlántica, a unos 20 minutos en barco

Llegamos allí ,mi amiga Cristina y yo,  en helicóptero hasta la costa más cercana y enseguida nos metieron, en un barco grande de madera. Con nosotras iba Rigoberto Paredes, un diputado de centro izquierdas del distrito de Arraiján.. Una vez a bordo me llamó la atención un señor de unos setenta años, de piel oscura y rasgos indios, que parecía caminar con dificultad.. Rigoberto quería el voto de los indios Cuna, que son los habitantes de las trescientas sesenta y cinco islas de san Blas ‒ según ellos, una para cada día del año.

Rigoberto me presentó entonces al señor indígena, como el jefe de esos indios cuna, quien nos contó que le apretaban muchísimo los zapatos, acostumbrado a tener sus pies al sol y sin estrecheces. A pesar de su edad, avanzada para nuestros 28 años, le preguntó medio en broma al diputado cual era el precio de mi amiga y yo misma, valorado en cocos, moneda oficial de las islas en aquella época, mil novecientos ochenta y tres. Nos reímos mucho con la ocurrencia del jefe, pero nos sirvió para enterarnos de su sistema de pago en especies; especies que son, junto con los cocos, ostiones, langostas y molas (cuadros de colores vivos, en parches de tela),

 

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VISUALIZAR

Que la escritura aluda al tiempo y transcurra con él.

Se trata de ir contando detalle a detalle, en el tiempo lo que vive el narrador, sus sorpresas, disgustos, trabajos, todo según ocurre. Al contarlo así, se imagina, se visualiza, se vivencia y por tanto nos involucra: nos interesa.

El lector es un gran egoísta que sólo quiere vivir él.